La palabra “Chan” y la historia del calendario no deja de hablarse, y cuando suena nos lleva por la memoria de los trabajos que se hacían y que ahora pocas personas los están ejerciendo. Nuestros abuelos conservan este calendario en su memoria y la única manera de transmitirlo ha sido de forma oral, como siempre, los abuelos les contaron sobre el calendario a sus hijos y nietos, las madres a sus hijas, y reunidos todos, conversaban al calor del fuego.
Fue así como se transmitió este conocimiento del que hacer de los hombres y mujeres en el campo, en las fiestas, en las ceremonias. De la personas que escucharon atentamente a los mayores mientras escogían el maíz o sembraban en el campo. Esta cuenta mazateca, basada en el año solar, hoy en día está perdiendo lentamente terreno frente al año calendárico europeo (de igual duración) especialmente entre la juventud. La escritura del calendario mazateco corresponde a la de un calendario prehispánico: el año esta divido en 18 veintenas, todas con su propio nombre, y un periodo de cinco días sobrantes considerado funestos, formando así un año de 365 días.