COLOQUIO “FRANCISCO BELMAR” (COLOV 2)
El primer coloquio en Oaxaca
Ésta fue la primera emisión del coloquio que se realizó en la ciudad de Oaxaca, del 21 al 23 de abril de 2006, teniendo como sede la Biblioteca Francisco de Burgoa. Una de las principales ventajas del cambio a la capital oaxaqueña es que esto permitía la participación de un espectro más amplio de personas, lo cual era la intención desde un principio: que fuera un encuentro en el que no sólo participaran académicos, sino cualquier persona interesada en conocer y promover las lenguas otomangues y oaxaqueñas: profesores bilingües y músicos, activistas y lingüistas,poetas y escritores, personas para quienes alguna de ellas es su lengua materna y otras que pudieran ser principiantes en su uso, todos compartiendo puntos de vista y conocimientos.
Poesía, exposiciones y canto
Esta edición del coloquio fue también la primera en la que se organizaron actividades y muestras paralelas que se vinculan a las lenguas otomangues y oaxaqueñas a través de los lenguajes del arte, la creación y la comunicación. El programa incluyó la inauguración de exposiciones en el Museo de la Filatelia y la Biblioteca Burgoa acerca de documentos coloniales en lenguas oaxaqueñas, del alfabeto zapoteca del Istmo del ’56 de Vicente Marcial y de la vida de Francisco Belmar con documentos aportados por su familia. La sección musical incluyó un concierto de canto colonial en náhuatl, mixteco y otras lenguas indígenas interpretado por el coro “Melos Gloriae” y otro del dúo juchiteco “Xhavizende”.
Licenciado Francisco Belmar (1859 – 1926)
Este segundo coloquio marcó el inicio de la tradición de dedicar cada edición del evento a homenajear la labor de personajes destacados en la investigación, documentación o promoción de las lenguas otomangues y oaxaqueñas.
En este caso el evento se dedicó al Licenciado Francisco Belmar, uno de los pioneros de la lingüística de lenguas indígenas oaxaqueñas.
Francisco Belmar nació en Tlaxiaco en 1859, ciudad en la que transcurrieron sus primeros años de vida y que constituye el centro de una importante zona de lenguas indígenas. Continuó sus estudios en la ciudad de Oaxaca, donde se graduó como abogado en 1883. A lo largo de su vida ocupó puestos en el gobierno y llegó a ser magistrado de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Se formó como lingüista de manera autodidacta estudiando las artes y vocabularios escritos por los religiosos en la época colonial pero también documentando las lenguas vivas en su estado natal. Dedicando más de 30 años de su vida a sus investigaciones, llegaría a convertirse en el principal especialista mexicano de su época en el tema de las lenguas indígenas.
Publicó estudios descriptivos de casi todas las lenguas indígenas de Oaxaca y también mostró preocupación por la situación social y el futuro de los pueblos indígenas. En 1910 se mudó a la ciudad de México, desde donde profundizó su vinculación con las sociedades científicas nacionales e internacionales de su tiempo y fundó la Sociedad Indianista Mexicana, más tarde fue nombrado Secretario Perpetuo de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística. En ese contexto desarrolló investigaciones más ambiciosas que buscaban clasificar y establecer las relaciones entre las distintas lenguas indígenas del país, entre sus aportaciones se encuentra el haber dado la pauta para identificar la familia de lenguas otomangues.
Belmar murió en 1926 y pronto cayó en el olvido como otros científicos del porfiriato; no ha sido sino hasta en décadas recientes que su trabajo y aportaciones se han reconocido en su justa dimensión.