La Reunión Anual de la Sociedad Americana para la Etnohistórica 2018 en Oaxaca

LA REUNIÓN ANUAL DE LA SOCIEDAD AMERICANA PARA LA ETNOHISTORIA 2018 EN OAXACA

Autora: Maribel Alvarado García (BIJC)

Boletín FAHHO No. 28 (Ene-Feb 2019)



Los libros de historia de educación básica que distribuye la Secretaría de Educación Pública en México hacen una clara invitación al lector, a estudiar “la historia de nuestro país” para conocer la sociedad en la que vive y así conformar su “identidad como mexicano”. Y es verdad que hay una historia de México, la que cuenta la construcción de la nación actual y la que la nación promueve para explicarse, justificarse y para inspirar sentimientos nacionalistas. Pero no es la única historia: también los pueblos indígenas tienen sus historias y maneras de contarlas, y a menudo se trata de historias antihegemónicas, cuyos eventos cruciales, héroes, valorizaciones y esquemas causales no son los mismos que marca la historia patria. Y es justamente este tema el de interés para la etnohistoria, disciplina que convoca a especialistas en antropología, historia, estudios patrimoniales, arqueología, ecología, lingüística, entre otras disciplinas relacionadas con la historia de estos pueblos. Durante el siglo XX, tanto en Estados Unidos como en México y otros países del continente americano, se ha ido construyendo un campo de estudio que cubre a los pueblos indígenas desde el Ártico hasta la Patagonia. Sus trabajos no solo se quedan en los libros. En muchos casos tienen repercusiones en el ámbito social, como la defensa de territorios o el reconocimiento y resguardo de acervos locales.

Desde 1954, la Sociedad Americana para la Etnohistoria (ASE por sus siglas en inglés) convoca anualmente a sus miembros afiliados y a todos aquellos interesados en presentar trabajos que abonen al objetivo principal: crear una imagen más incluyente de las historias de los pueblos indígenas de América. Se ha convertido en la reunión más importante a nivel internacional para especialistas en este tema. Durante la segunda semana de octubre de este año, se llevó a cabo en la ciudad de Oaxaca su segunda vez en México. En esta ocasión los organizadores-anfitriones fueron la Biblioteca de Investigación Juan de Córdova, el Instituto de Investigaciones Filológicas de la UNAM y la Universidad de California en Los Ángeles.

En esta reunión se presentaron más de 300 investigadores de más de 170 instituciones (nacionales y de otros países, sobre todo de Estados Unidos), quienes expusieron y discutieron 264 estudios en seis sesiones simultáneas durante tres días. De estos trabajos, 147 estudios trataron sobre los pueblos indígenas que se encuentran en el territorio de México, y 35 versaron sobre los pueblos de Oaxaca. ¿Pero qué significan estos números? Es bien sabido que el trabajo de los historiadores consiste sobre todo, en elaborar un camino de interpretación entre los acervos documentales (los archivos) –muchas veces no accesibles sin estudios previos– y la sociedad en general. Es así que los números citados dan cuenta de la cantidad de estudiosos trabajando sobre uno de los temas centrales para la etnohistoria de las Américas: interpretar las consecuencias tan variadas de la conquista europea sobre los pueblos indígenas a lo largo del continente.

Además de las sesiones académicas, la noche del 12 de octubre, la ASE, junto con los anfitriones y asistentes, se dieron cita en el Teatro Macedonio Alcalá para reconocer y premiar, como cada año, la extraordinaria contribución que algunos investigadores han hecho a las historias de los pueblos de América. Esta vez fueron Rayna Green, Fred Hoxie, Susan Deeds y Frank Salomon quienes recibieron el reconocimiento y aplausos de sus colegas y público presente. Asimismo se otorgó una mención especial al reciente libro de Lisa Sousa. Estos nombres nos llevan a historias concretas; por ejemplo, el libro de Lisa Sousa, La mujer que se convirtió en un jaguar y otras narrativas de mujeres nativas en Archivos del México Colonial (The Woman Who Turned into a Jaguar, and Other Narratives of Native Women in Archives of Colonial Mexico) revela historias sobre las relaciones de género en los pueblos indígenas de la Nueva España (siglos XVI, XVII y XVIII). Sobre todo, muestra que las mujeres nativas eran actores dinámicos en la vida cotidiana de sus comunidades y en sus hogares. Para este estudio utilizó desde manuscritos pictográficos hasta fuentes alfabéticas en náhuatl, mixteco, zapoteco y mixe, así como en español.

Otra característica de esta reunión es que al paso de los años se han sumado al estudio etnohistórico miembros de los pueblos indígenas. Cabe destacar en esta reunión la participación de investigadores de pueblos zapotecos, mixes, mixtecos, cree y mashpee wampanoag, representando, sin duda, una perspectiva etnohistórica que se nutre en muchos casos con el activismo por los derechos de sus pueblos. Por mencionar un caso, la presentación en mixe del ponente Juan Carlos Reyes fue un buen ejercicio de derechos lingüísticos en el contexto de esta reunión. Sin embargo, hay que ser sinceros y reconocer que la etnohistoria misma sigue siendo un campo de estudio dominado por historiadores no-indígenas.

Oaxaca se ha convertido en una ciudad ideal para acoger reuniones académicas. Esto se debe en gran medida a la vitalidad de la diversidad cultural que caracteriza a los pueblos de Oaxaca. Pero para los estudios etnohistóricos es, además, un lugar clave por la riqueza y diversidad de las fuentes documentales: tradiciones escriturales que datan de hace más de 2000 años y que trascendieron al período virreinal, cuando se desarrollaron tradiciones alfabéticas en zapoteco, mixteco, náhuatl y chocholteco. Es por eso que esta reunión enfatizó el trabajo clave de la Biblioteca de Investigación Juan de Córdova, al articular actividades de investigación con el propósito de promover las herencias culturales de Oaxaca y México, al hacer accesible recursos especializados principalmente sobre y en lenguas de los pueblos indígenas de Mesoamérica. Así que seguiremos insistiendo en que se acerquen a los distintos proyectos que tiene la Biblioteca para hablarles de las historias de los pueblos de Oaxaca.

El exconvento de San Pablo y la Biblioteca de Investigación Juan de Córdova: Sumando historia a la historia

El exconvento de San Pablo y la Biblioteca de Investigación Juan de Córdova: Sumando historia a la historia

Equipo de la BIJC

Boletín FAHHO Digital No. 3 (Ene-Feb 2021)



Detrás de la mole del magnífico teatro que hoy honra al compositor oaxaqueño Macedonio Alcalá se esconde una joya histórica de Oaxaca. Terminados los grandes muros del teatro, de repente se rompe la casi implacable regularidad de la traza hipodámica de la vieja Antequera y un callejón escondido da acceso a un espacio abierto al interior de la manzana. Grandes rejas de varillas de hierro entretejidas al rojo vivo, diseñadas por el maestro Francisco Toledo, recordado hoy por su inmenso amor a Oaxaca, sugieren que estamos entrando a un espacio demarcado y especial. Un piso enladrillado, intercalado con pasto verde, en combinación con los muros de cantera de una antigua iglesia del siglo XVII, hablan de un espacio antiguo, un lugar con mucha historia. De hecho, fue en este lugar donde los dominicos establecieron su primera sede en Oaxaca en el año de 1528. En aquel entonces no fue nada imponente. Testigos en una residencia de pocos años después declararon que había solamente un muro de adobe que rodeaba tres manzanas de la ciudad1 y una sencilla construcción de adobe en su interior, todo levantado por los pueblos originarios que estaban asentados alrededor de la nueva villa española. Esta primera iglesia y casa, con el nombre de Santo Domingo, probablemente ya tenía una capilla abierta con la advocación de San Pablo, reservada para la población indígena de los Valles Centrales.

Pero desde esta humilde fundación, la orden de predicadores proyectó con el paso de los años su dominante presencia por todo el sur de Mesoamérica, tan lejos como San Salvador y Honduras, con la excepción de la península de Yucatán donde predominaron los franciscanos. Ya a mediados del siglo XVI, la orden vio necesario solicitar el permiso a la cuidad de Antequera para hacerse de un nuevo espacio, dos veces mayor al primero, en la orilla norte de la ciudad, para una nueva sede. Desde el temprano siglo XVII, cuando los frailes habitaron esta sede, la primera quedó en la sombra y, en varias ocasiones, en ruinas. Por lo mismo, el mantenimiento y las reconstrucciones necesarias generaron problemas constantes que los frailes resolvieron vendiendo las esquinas del atrio y la mayor parte de la huerta para la construcción de casas; por ejemplo, la que es ahora el Museo Textil de Oaxaca, en cuya principal sala de exhibición aún podemos ver cómo colinda con el muro exterior de la Capilla del Rosario del convento. Debido a este proceder, el convento terminó encerrado al interior de la manzana, con solo unos callejones como accesos. Reconstruido varias veces a raíz de los frecuentes temblores, finalmente fue nacionalizado en 1860 y poco después, junto con el convento de San Agustín, vendido a particulares para crear un fondo con el cual pagar a los profesores del Instituto de Ciencias y Artes del Estado. Es por esta razón que ambos conventos son propiedad particular desde hace más de siglo y medio. En 1862 se abrió la calle de Fiallo, demoliendo una casa al lado del actual Museo Textil, más el ábside y la sacristía de San Pablo, y se cerraron los callejones de acceso, por lo que el antiguo edificio comenzó a desaparecer en la masa construida de la manzana.

Entre 2005 y 2011, en un proceso sumamente complejo que involucró a arqueólogos, historiadores, restauradores, arquitectos e ingenieros, la Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca recuperó la mayor parte del antiguo complejo, juntando, poco a poco, las distintas propiedades que la constituían. Solo la nave de la iglesia quedó fuera del proyecto, ya que actualmente sigue siendo una casa habitada. Los trabajos arqueológicos cambiaron por completo lo que sabíamos de la historia de Oaxaca anterior a la ocupación mexica. Entierros, cerámica y muros de las fases anteriores, y de los inicios de Monte Albán revelaron que aquí existió, desde hace 2,800 años, un pequeño asentamiento de los ancestros de los actuales zapotecos. Sin embargo, el sitio parece haber sido abandonado en la etapa de Monte Albán I (antes de 100 a.C.).

En 2008 se abrió el Museo Textil de Oaxaca, en la llamada Casa Antelo y, en 2011, se abrió el complejo conventual recuperado, este útlimo como la nueva sede de la Fundación, integrando diversas funciones culturales en sus espacios. Desde el día de su apertura se ha posicionado como un hito cultural y una atracción turística en el centro de Oaxaca, donde propios y extraños buscan un momento de distracción con un café, descubren la historia del antiguo edificio y, con ella, la de la ciudad, se reúnen para enseñar, aprender y reflexionar, o acuden a disfrutar de alguna de las actividades constantes.

El convento y su iglesia no estaban destinados al servicio de la población española, sino a la conversión de la población indígena alrededor de la ciudad. Por lo mismo, en la capilla de San Pablo se predicaba en mixteco, zapoteco y en náhuatl, y desde aquí los dominicos coordinaron sus importantes estudios sobre estas lenguas indígenas de Oaxaca. A la vez, el convento incluyó lo que probablemente fue la primera biblioteca de Oaxaca. Hoy, algunos de los libros de esta biblioteca se conservan y están incorporados al acervo de la Biblioteca Francisco de Burgoa de la UABJO, y se les reconoce por la marca de fuego de San Pablo en su canto.(2) Actualmente, no sabemos dónde estaban precisamente estos libros en el exconvento de San Pablo, pero la historia del antiguo convento y su biblioteca fue una inspiración para crear, en el edificio restaurado, una biblioteca moderna dedicada a la historia cultural y a las lenguas de los pueblos de Oaxaca: la Biblioteca de Investigación Juan de Córdova de la FAHHO. Este repositorio de información sobre Oaxaca abrió sus puertas en agosto de 2012. En los ocho años de su existencia la biblioteca ha recibido a un poco más de ochenta mil usuarios.

A pesar de su escenario histórico, es una biblioteca del siglo XXI que combina entornos físicos y virtuales. Al ampliarse lo físico con lo digital, la biblioteca se vuelve un repositorio de información que sirve a diversos públicos en Oaxaca y alrededor del mundo. Es un espacio acogedor y multicultural, coordinado por bibliotecarios profesionales y multilingües (hablantes de español, mazateco, mixe, triqui, inglés, entre otros) que ayudan a orientar a los usuarios a encontrar la información que necesitan. En un día normal, los usuarios de la biblioteca pueden ser estudiantes universitarios que necesitan un lugar inspirador en el centro de la ciudad para estudiar, delegaciones de comunidades indígenas que buscan información sobre sus pueblos o investigadores internacionales que trabajan en colecciones especializadas.

La colección de la biblioteca tiene un fuerte enfoque hacia la historia cultural de Mesoamérica y posee importantes acervos de arqueología, historia, lingüística y antropología. Son particularmente notables sus materiales históricos sobre la ciudad y el estado de Oaxaca, sus colecciones de textos en lenguas indígenas de México (especialmente oaxaqueñas) que van desde 1555 hasta la actualidad.

El nombre de la biblioteca evoca el pasado del exconvento como un centro de estudio de las lenguas oaxaqueñas: Fray Juan de Córdova fue autor de una gramática del zapoteco del siglo XVI y de un extraordinario vocabulario de este mismo idioma, se hospedó en este convento cuando llegó por primera vez a Oaxaca y décadas después murió entre sus muros. Las distintas salas de la biblioteca llevan los nombres de otros personajes históricos que visitaron o vivieron en este convento, por ejemplo, el especialista del náhuatl en Oaxaca del siglo XVII, fray Nicolás de Rojas, el gramático del mixteco del siglo XVI, fray Antonio de los Reyes, y Luis de León Romano, el erudito italiano de mediados del siglo XVI que impulsó importantes obras públicas en la ciudad de Oaxaca, y que fue enterrado en la iglesia del convento.

Entre los manuscritos e impresos especiales encontramos las colecciones y fondos históricos sobre Oaxaca, como las de don Luis Castañeda Guzmán y don Luis Fernández del Campo, pero también los archivos de destacados investigadores como John Paddock, Emily Rabin, Irmgard Weitlaner Johnson y Thomas Smith-Stark. Entre los materiales que resguarda la biblioteca podemos encontrar fotografías de pueblos indígenas de mediados del siglo pasado tomadas por Irmgard Weitlaner Johnson, antropóloga pionera en el estudio de textiles; el pasaporte que el joven gobierno mexicano expidió en 1829 a Claudio Linati, el hombre que introdujo la litografía en México, para “voluntariamente” abandonar el país por su visión demasiado crítica. También se conserva uno de los pocos textos —el más bello— redactados en la lengua chiapaneca, hoy extinta; el reglamento de prostitución de Santa María Oaxaca alias El Marquesado, de 1907; un vocabulario de la lengua náhuatl, impreso en 1555 por Juan Pablos, el primer impresor de la Nueva España; el primer folleto del Homenaje Racial de 1932; tres hojas del famoso Códice [de] Yanhuitlán, cuyas otras hojas se conservan en el Archivo General de la Nación y en la Biblioteca José María Lafragua, de Puebla; los planos elaborados por el arquitecto Francisco Tort para la fábrica textil de San Agustín; un voluminoso sermonario de 1614 impreso en náhuatl por Cornelio Adrián César, un huérfano nacido en el sitio español de Haarlem (1574) en los Países Bajos, que ilegalmente llegó a la Nueva España en la flota del nuevo virrey de 1595 y quien se convertiría en el impresor más importante de la Nueva España a finales del siglo XVI y temprano siglo XVII. O una de las colecciones más grandes del mundo de cartillas y materiales de lectoescritura en lenguas indígenas producidos durante el siglo XX.

Siguiendo el clásico perfil de las bibliotecas de investigación, la Juan de Córdova entrelaza la información (sus colecciones) con la investigación y la cultura. Entre sus proyectos de investigación, frecuentemente llevados a cabo en cercana colaboración con comunidades tradicionales, mencionamos el estudio de los dos lienzos de Santa María Zacatepec que derivó en una gran exposición en el Centro Cultural San Pablo (2012) y, posteriormente, en la comunidad misma. La colaboración incluyó una variedad de maneras de difundir los resultados entre la población: la conformación de un grupo de teatro, una visita al Museo Nacional de Antropología y otros eventos en la comunidad.

Con la comunidad triqui de San Andrés Chicahuaxtla se creó una exposición sobre su héroe Hilarión (2014), quien vive en la memoria oral de la comunidad como un hombre legendario que luchó al lado de los triquis en los conflictos de haciendas azucareras.

La biblioteca trabajó durante varios años en el registro de las distintas tradiciones antiguas alrededor del consumo del cacao. Oaxaca es una de las regiones más ricas en este tema, con tradiciones, técnicas y gustos de gran antigüedad, pero esta diversidad de usos y recetas es poco conocida. Y para dar un último ejemplo, en colaboración con comunidades de la Mixteca Baja, se curó una gran exposición sobre el estilo ñuiñe que caracteriza a las inscripciones y ciertos objetos de la época clásica (400- 800 d.C.) de esa región. Esta exposición de 2016 surgió del estudio del legado de John Paddock, quien, en la década de 1960, fue el primero en identificar este particular estilo iconográfico. Las investigaciones de la biblioteca generan conocimientos que son continuamente transformados en exposiciones que viajan por comunidades de todo el estado.

La biblioteca también ha sido coorganizadora de grandes eventos culturales y académicos. Entre 2011 y 2015, en el mes de diciembre, se realizó la Posada del Cacao en la que mujeres y hombres de distintas comunidades viajaban a la ciudad de Oaxaca para compartir sus tradicionales bebidas de cacao con los visitantes. Las posadas incluían una calenda, música, conferencias, exposiciones y una degustación, tuvieron tal éxito, que se rebasaba el aforo del atrio de San Pablo.

En cuatro ocasiones (2012, 2014, 2016 y 2018)3 la biblioteca fue la sede del Coloquio sobre Lenguas Otomangues y Vecinas, un encuentro bianual que reúne a especialistas e interesados en las lenguas habladas en Oaxaca. Este es, por mucho, el evento más importante sobre las lenguas de Oaxaca ya que atrae a especialistas y activistas de la conservación y revitalización de las lenguas.

El COLOV es un evento académico y a la vez cultural. Las conferencias se entremezclan con exposiciones, conciertos y otros eventos en los que las lenguas de Oaxaca son el tema central.4 Es la principal ocasión en que activistas y oaxaqueños interesados pueden conocer e interactuar con investigadores de otras latitudes. La biblioteca ha organizado, junto con la Universidad de Massachusetts-Amherst, el INALI, el CIESAS y la UNAM, una serie de seis talleres para hablantes de lenguas otomangues y oaxaqueñas, tres dedicados al análisis de tono (2012-2014) y tres más dedicados a gramáticas pedagógicas (2015-2017). Estos talleres reunieron a hablantes de estos idiomas con algunos de los principales lingüistas de lenguas tonales y gramáticas pedagógicas del mundo. En 2018 la biblioteca fue coorganizadora de la sesión anual de la Sociedad Americana de Etnohistoria en Oaxaca, la segunda ocasión en que esa sociedad decide hacer su evento anual en México.

Las actividades de la biblioteca también incluyen las publicaciones. Ha participado en la edición de libros especializados y para primeros lectores de lenguas indígenas. También ha incursionado en las publicaciones digitales, de las cuales la más importante es Satnu: repositorio filológico mesoamericano que incluye cientos de textos digitalizados en zapoteco, mixteco, chocholteco y otras lenguas indígenas que se produjeron durante el Virreinato. En este proyecto participan, hasta ahora, el Archivo Histórico Judicial de Oaxaca, el Archivo General del Estado de Oaxaca y el Archivo General de la Nación. Recientemente, en colaboración con la Endless OS Foundation, la biblioteca alberga el proyecto Endless Oaxaca Multilingüe que utiliza el sistema operativo Endless basado en Linnux para ayudar a reducir la brecha digital que, lamentablemente, caracteriza a Oaxaca. Otra colaboración importante de la biblioteca se da con el Centro Profesional Indígena de Asesoría, Defensa y Traducción, A.C. (Cepiadet), asociación de abogados bilingües que defiende los derechos indígenas y lingüísticos. Entre las numerosas actividades conjuntas, destaca la publicación en línea de Ndiya, sitio dedicado a la orientación sobre el pluralismo jurídico y diversidad lingüística.

A la par de las actividades anteriores, la biblioteca busca mejorar el nivel de sus servicios mediante la contratación de personal profesional, la constante capacitación del personal, no solo de la bibiblioteca, sino de las que así lo requieran, además de la construcción de sistemas autónomos de servicios digitales. Para lograr estas funciones, fue cofundadora de la Red de Unidades de Información de Oaxaca (RUIO) en la que participan unas dieciséis bibliotecas, y se ha dedicado a construir —siempre buscando alianzas y sinergias— la plataforma de información digital de la FAHHO, basada en programas de código abierto que permitan la independencia de los sistemas.

Como dato curioso, durante los años de 1834 y 1860, el Instituto de Ciencias y Artes del Estado estuvo ubicado en el convento —todavía propiedad de los dominicos—, por lo que arriba de una de las puertas de la actual biblioteca puede leerse el rótulo “Aula de Derecho”. Sin duda, detrás de esta puerta daba sus clases el licenciado Benito Juárez, en aquellos años catedrático de Derecho Canónigo. En estos espacios se formaron los pensadores liberales que años más tarde implementarían las Leyes de Reforma, dando inicio al Estado laico moderno. El edificio de San Pablo siempre tuvo una vocación educativa y de investigación, aunque obviamente determinada por la particular matriz social en la que funcionaba. Para el siglo XXI, la Biblioteca de Investigación Juan de Córdova retoma este hilo histórico, pero esta vez desde una visión en la que los pueblos y naciones de Oaxaca son reconocidos como los actores históricos que fueron en la conformación de la actual sociedad diversa y contrastante de Oaxaca y de México.

Notas al pie

1 Originalmente, los dominicos tenían tres manzanas, su propiedad llegaba hasta la actual calle de Xicoténcatl. La última manzana, entre Melchor Ocampo y Xicoténcatl, se regresó a la ciudad cuando adquirieron las seis manzanas para su nuevo convento en la década de 1550. Hasta 1862 las dos manzanas restantes quedaron juntas, por lo que la actual calle de Fiallo topaba con una casa que existía al lado de lo que hoy es el Museo Textil de Oaxaca. Frente a la actual Proveedora Escolar había un muro que escondía la parte restante de la huerta del convento, ahora un jardincito público.
2 Esta marca de fuego dio pie al logo del Centro Cultural San Pablo.
3 En estos años la Posada del Cacao recibió un importante apoyo por parte de Chocolate Mayordomo, a cuyos dueños les agradecemos su generosidad.
4 En cada una de sus ediciones, el COLOV ha recibido importantes aportaciones de instituciones como el INALI.