Haciendo memoria, recuperando memoria

Haciendo memoria, recuperando memoria

Autor: Sebastián van Doesburg (UNAM/BIJC).

Boletín FAHHO Digital No. 3 (Ene-Feb 2021)



En su pintura Le Destin (El Destino) de 1896,1 Henry Siddons Mowbray (1858, Alejandría, Egipto – 1928, Washington, Connecticut) nos ofrece una alegoría bastante heterodoxa de nuestras vidas. En un lenguaje visual con referencias estilísticas al renacimiento italiano, a la pintura académica francesa de la época (estudió pintura en París durante varios años), y con un sabor al prerrafaelismo inglés, el pintor crea una misteriosa escena en colores opalescentes y antinaturales. El nombre de la obra vuelve claro que aquí debemos descifrar una metáfora, pero la fuente no es obvia.

A la derecha, una enigmática mujer alada con corona de estrellas,2 algo fantasmal tras un matiz azul, provee los hilos dorados con los que otras dos bordan un tapiz de estilo medieval de caballería. Intuimos la referencia al hilo de nuestra vida creado por las tres Moiras, diosas griegas que rigen el destino humano: hilan, miden e, inevitablemente, cortan dicho hilo. Las tijeras en la mano de la mujer a la izquierda quizá la identifican como la Moira Átropos, pero no queda claro quién, de las otras cuatro mujeres, representa a Cloto, la que hila (y la que inventó el alfabeto griego) y a Láquesis, la que mide el destino. No hay duda, sin embargo, de que el tapiz es donde el hilo del destino borda las escenas de nuestra vida. El pintor nos presenta una metáfora de nuestra vida con referencias incompletas de un mito donde predomina el enigma, por lo que la verdad velada solo podemos intuirla. En ella, el símbolo del tapiz nos explica que los trazos y patrones mayores de nuestra vida solo se manifiestan con el tiempo, al pasar los hilos pacientemente por la urdimbre de nuestras decisiones.

Recurro a esta metáfora para contar los años de trabajo en los diversos proyectos de la fundación de Alfredo Harp Helú y de María Isabel Grañén Porrúa. Después de casi veinte años puedo vislumbrar, ya a la distancia, los diseños que el hilo de mi vida en Oaxaca ha ido tejiendo. En este tiempo pude iniciar y acompañar un número de proyectos culturales muy variados que hoy forman parte de la estructura de la Fundación. Y en cada proyecto me supe acompañado de amigos y colegas que aportaron su visión, conocimiento y sensibilidad.

Desde mi niñez viví el intenso interés de mis padres por la conservación de la ciudad antigua donde nací. Los grandes proyectos de “modernización” de la década de 1970, que causaron enormes daños en la ciudad, y la férrea resistencia de buena parte de la población —entre ella mis padres—, despertaron en mi la consciencia de que la conservación de una ciudad histórica no es solo la protección de edificios, sino también la respetuosa gestión de espacios públicos y claras políticas de movilidad sustentable — sueños aún lejanos en Oaxaca—. Así que —para seguir con las metáforas textiles— uno de los hilos conductores3 de mi trabajo en la Fundación ha sido el de la restauración de edificios y espacios históricos.

En 2001 iniciamos, los arquitectos Enrique Lastra, Benjamín Ibarra Sevilla y yo, la restauración de la Casa de la Cacica de Teposcolula, una construcción ruinosa y abandonada en las orillas del pueblo, pero que constituye lo que aún queda de un extraordinario palacio de seis cuerpos, morada de los descendientes de 8-Venado Garra de Jaguar, y testimonio de la explosión creativa que se dio en medio del drama que fue la colonización de la Mixteca. Este singular palacio, construido por un arquitecto mixteco que estaba buscando un nuevo lenguaje visual que mediara entre los dos mundos, fue parte de la refundación de Teposcolula a partir de 1552. La sala del trono, aposento del discurso tradicional del poder, fue —por lo mismo— construido en el más estricto estilo prehispánico, mientras que en las habitaciones privadas se incluyeron elementos nuevos como una chimenea, ventanas con molduras renacentistas y puertas de medio punto. El trabajo de rescate y restauración, minuciosamente documentado, nos llevó a reconocer plenamente las obras originales de arquitectos mixtecos del siglo XVI por toda la Mixteca Alta y a cuestionar el concepto académico meramente pobre de “tequitqui”. Hoy, este palacio es una pequeña biblioteca infantil.

Casi al mismo tiempo trabajamos en la restauración de la Casa de Visita, en San Miguel Tequixtepec, construida después de 1563, en la que los arquitectos chocholtecos interpretaron el lenguaje arquitectónico de los dominicos de Coixtlahuaca en materiales, técnicas y gustos locales de una estética llamativa y única. Estas casas de visita, construidas por la población local, sirvieron para alojar a los frailes en sus visitas a las comunidades y, para muchos pueblos, eran expresiones de la feroz competencia con las construcciones que se estaban levantando en las cabeceras y, a la vez, signos de cierta independencia política.4

En 2003 la Fundación emprendió la restauración de una bella casona oaxaqueña incrustada en lo que eran los terrenos del Oratorio de San Felipe Neri: la Casa de la Ciudad, espacio donde se contempla el pasado y el futuro de la urbe, y donde la Fundación desarrolló su estilo particular de restauración arquitectónica y urbana.

Hoy, esta línea de restauración ha llegado a la madurez con el trabajo del Taller de Restauración, bajo el liderazgo de Gerardo Virgilio López Nogales. En 2004 inauguré allí la primera exposición con una serie de extraordinarias vistas de la ciudad de Oaxaca que datan de 1875, realizadas por el fotógrafo Teobert Maler, desconocidas hasta entonces por estar mal clasificadas en los archivos del Instituto Iberoamericano de Berlín. En este mismo año, la Casa de la Ciudad fue la sede del Seminario de la Ciudad Histórica Actual, donde hablaron y conversaron grandes arquitectos y urbanistas como Jaime Lerner (Brasil), Joseph Acebillo (España), Mario Canti (Italia), Juan Miguel Hernández León (España), Paolo Ormindo de Azevedo (Brasil), Huig de Neef (Bélgica), Michael Meschik (Austria), Eusebio Leal† (Cuba), Rogelio Salmona† (Colombia), Teodoro González de León† (México) y otros destacados especialistas mexicanos. Tuve el privilegio de dirigir la Casa de la Ciudad hasta el año de 2010.

Desde este espacio se trabajó, de nuevo junto con el arquitecto Enrique Lastra, el rediseño de la Plazuela de la Cruz de Piedra, donde la antigua ciudad de Oaxaca colindaba con el pueblo de Xochimilco del Marquesado, un remanso de paz desde que, en 2009, se cerró al paso de los coches. Hoy en día, el encanto de este rincón de Oaxaca es obvio. Su ejecución por parte del municipio permitió que, en 2015, se conectara esta parte con el Zócalo mediante el proyecto municipal de rediseño de la calle de García Vigil y la parte norte de Macedonio Alcalá.

En 2005 inicié, con el arquitecto Gerardo Virgilio López Nogales, el proyecto de recuperación de San Pablo, el primer convento de Oaxaca, y, a la vez, con el arquitecto Juan José Santibáñez, la restauración/ reconstrucción de la Casa Antelo, un edificio de dos pisos que un rico comerciante había construido en la huerta del convento. En este segundo edificio se inauguró, en 2008, el Museo Textil de Oaxaca, uno de los proyectos favoritos de María Isabel Grañén Porrúa. Por otro lado, redescubir los innumerables secretos y detalles del antiguo monasterio completamente olvidado y absorbido por construcciones posteriores fue una aventura y un desafío sin igual; el diálogo con las propuestas arquitectónicas de Mauricio Rocha Iturbide —quien se incorporó en la segunda fase de la obra— fue una experiencia contemplativa de la cual aprendí mucho. En el proceso se recuperaron —tras los estudios arqueológicos e históricos— casi tres mil años de historia de Oaxaca, cambiando definitivamente nuestro conocimiento del pasado.5 En 2011, la Fundación inauguró aquí sus nuevas oficinas. A mi parecer, esto no fue solamente la restauración de un edificio, sino la creación de un espacio peatonal a cielo abierto al interior de la manzana que sirve como un oasis en el bullicio de la ciudad. De hecho, intuitivamente, diría que el punto central del proyecto no está dentro de los edificios, sino en la pequeña plaza triangular frente a ellos.

En estos años coordiné, con la Coordinación Nacional de Conservación del Patrimonio Cultural del INAH y otros restauradores, la restauración de retablos en Tejupan, San Bartolo Yautepec (todo un desafío, ya que habían sido sobrepintados con pintura oro de Comex), San Juan Bautista Coixtlahuaca (con el World Monuments Fund y el INAH), Suchixtlahuaca, Teotitlán del Valle, Santa María Cuquila, Teotongo, Tataltepec y varias otras comunidades. Fue esta convergencia la que hizo posible adoptar un retablo desechado en la sierra norte para la Capilla del Rosario de San Pablo, donde de nuevo luce.

Sin embargo, estos proyectos no fueron lo que inicialmente me trajo a Oaxaca. Un día, hace muchos años, un egiptólogo, esposo de la maestra de griego y latín de lo que sería el equivalente a la secundaria que cursaba, nos hizo el favor de dar una clase sobre la escritura egipcia. Así que desde que tenía 14 años supe que el estudio de otras escrituras complejas y la filología eran los temas que me interesaban. Llegué a Oaxaca, ya hace más de treinta años, para estudiar su increíble patrimonio documental. Fue por este tema que coincidí con María Isabel Grañén Porrúa, en la Biblioteca Francisco de Burgoa. Habiendo sido formado en las intersecciones de la historia y de la filología, los documentos pictográficos y los documentos escritos del siglo XVI fueron mi entrada a Oaxaca.

Este otro hilo conductor en mi vida profesional lo comparto también con queridos colegas en Oaxaca y México. Y aunque buena parte del trabajo académico en este tema lo he desarrollado en la UNAM, la Fundación ha sido un espacio importante desde el cual he emprendido acciones reales por la conservación de este patrimonio —constantemente amenazado por robo y descuido—, más allá de su uso para la investigación. Se logró parar la venta de documentos robados (por ejemplo, los dos lienzos de Santa Cruz Papalutla); se recuperaron documentos vendidos indebidamente al extranjero (por ejemplo, la Doctrina Christiana en Lengua Chinanteca de Santiago Xoxocotepec, de 1755, ahora en la Biblioteca Nacional de Antropología e Historia); se regresaron otros a Oaxaca para ponerlos a la disposición de los investigadores y de las comunidades de origen (por ejemplo, las tres hojas del Códice Yanhuitlán, el Lienzo de Ayautla —con el entonces Secretario de Cultura Rafael Tovar y Teresa— y el Fragmento Dorenberg); se ayudó a varias comunidades a conservar sus documentos de manera más profesional y segura (por ejemplo, los lienzos de Nativitas y Tulancingo) y se denunció en varios momentos la venta en casas de subasta de documentos robados. Durante años, trabajé todos los sábados en la limpieza del archivo municipal de Teposcolula, como parte del proyecto de rescate de archivos municipales de la Fundación y de ADABI de México.

Como consecuencia de esta línea, en 2012 abrió sus puertas un nuevo proyecto en las recién terminadas instalaciones del Centro Cultural San Pablo: la Biblioteca de Investigación Juan de Córdova (BIJC), la cual codirijo al lado del filólogo y lingüista Michael Swanton y en estrecha coordinación con María Isabel Grañén Porrúa. La biblioteca articula servicios y acervos académicos con proyectos culturales, sobre todo los que tienen como propósito promover las herencias culturales de Oaxaca y México. Además de ofrecer servicios bibliotecarios, sus actividades abarcan eventos, exposiciones, cursos, investigación académica y protección del patrimonio cultural. Las exposiciones colaborativas con Santa María Zacatepec sobre la interpretación de sus lienzos (2012), o con Chicahuaxtla, relacionada con la memoria del héroe-bandido Hilarión (2014) fueron experiencias que marcaron el camino para un programa de intercambio de exposiciones con comunidades por todo el estado. Desde sus inicios, la BIJC ha buscado ser una biblioteca del siglo XXI, con personal tanto de formación profesional en bibliotecología, como con arraigo en la realidad lingüísticamente diversa de Oaxaca. Consecuentemente, la BIJC ha intentado indicar el camino hacia la época digital para la Fundación.

Entre los acervos de esta biblioteca destacan colecciones familiares para el estudio de la historia de la ciudad de Oaxaca o de los cacicazgos indígenas de la época virreinal.6 Además, la BIJC incorporó los legados de varios investigadores sobre temas de la historia cultural y lingüística de Oaxaca, algunas por compra y otras por donación.7 Finalmente, incluye una de las colecciones más extensas a nivel nacional de impresos y manuscritos en lenguas indígenas de México, cuyas fechas van de 1555 hasta la actualidad.

En relación con este último tema, uno de los proyectos principales y favoritos de la BIJC ha sido la creación del repositorio digital interinstitucional dedicado a la documentación virreinal escrita en lenguas indígenas de México (satnu.mx). Las exitosas tradiciones de escritura en varias lenguas durante la época colonial son un hecho poco conocido. El sitio fue creado con el objetivo de difundir su existencia y estimular su estudio. Allí se pueden encontrar cientos de textos virreinales escritos en mixteco, zapoteco, chocholteco, chontal y náhuatl de Oaxaca, purhépecha y náhuatl de Michoacán, otomí y matlatzinca. En 2019 se formalizaron con la UNAM dos seminarios con grupos de hablantes de mixteco y zapoteco para trabajar en la lectura, comprensión y traducción de los antiguos textos.

A lo largo de los años, miles de personas han encontrado en estos espacios y sus proyectos la información, el respaldo o la inspiración para hacer a su vez numerosos proyectos, desde la profesionalización individual hasta el impulso de proyectos comunitarios.

Y al ver ahora a la distancia las figuras que fui tejiendo, entiendo que todo esto tiene que ver con mi propia manera de descubrir lo único que es Oaxaca. Su increíble diversidad biológica y cultural, su singular historia de fuertes culturas y comunidades indígenas con profundas raíces bien ancladas en una manera extraordinaria de entender el mundo, regadas en las sierras alrededor de una ciudad española hegemónica, que convive con ellas pero nunca las quiso. He tenido singulares experiencias para conocer la cultura mesoamericana en sus expresiones vivas y confieso que no siempre fui plenamente consciente del privilegio que se me brindaba. Después entendí que “cultura” no es más que una forma socializada, funcional e histórica de tejer los hilos de la vida, de crear sentido y dar significado a la existencia humana. Entendí que la mesoamericana es una de aquellas grandes culturas —o significadores— del mundo, pero —por la situación colonial— también una de las menos entendidas, por lo que su relación con el mundo no-indígena ha sido enormemente compleja a lo largo de cinco siglos, dejando en el camino, quizás por esto, miles de textos y documentos que sutilmente enlazan las palabras de hoy con el mundo del pasado y revelan la larga trayectoria de conocimientos, técnicas y formas de vivir. Creo que siempre fue este viaje de descubrimiento personal el que quise compartir y explicar a través de los proyectos iniciados en la Fundación.

En la pintura de Henry Siddons Mowbray el tiempo fluye de derecha, donde surge la fuerza cósmica y los hilos de la vida, a izquierda, donde la Moira Átropos gira su mirada hacia una bola de cristal mientras mantiene su mano con tijeras en el tapiz. Ya está la figura del tapiz bordada, pero solo ella puede saber cómo y hasta dónde se puede seguir metiendo la trama entre los hilos de la urdimbre.

Traslado de cartillas y materiales de alfabetización en lenguas indígenas

Traslado de cartillas y materiales de alfabetización en lenguas indígenas

Sebastián van Doesburg (UNAM/BIJC)

Boletín FAHHO Digital No. 1 (Sep-Oct 2020)



En el Boletín número 24, correspondiente a mayo-junio de 2018, se escribió sobre la producción de cartillas y otros materiales para la alfabetización en lenguas indígenas, durante buena parte del siglo XX, por parte del Instituto Lingüístico de Verano (ILV), institución religiosa fundada en 1936 y dedicada a la lectoescritura en lenguas indígenas, con el objetivo de divulgar las sagradas escrituras en todos los pueblos del mundo. De 1951 a 1979, esta producción se dio en el marco de una colaboración formal con el gobierno de México, el cual estaba interesado, por otras razones, en la pronta alfabetización de la población indígena de México. A lo largo de su existencia, los lingüistas del ILV produjeron una asombrosa cantidad de pequeños libros donde tocaron todo tipo de temas, desde vocabularios básicos ilustrados hasta explicaciones de microbios y los viajes a la luna, en casi todas las lenguas nacionales de México.

La Biblioteca Juan de Córdova tiene una importante colección, que consta de 1300 cartillas de alfabetización del ILV, de las cuales, unas 570 son del periodo de la colaboración formal con la SEP. Muchas de estas cartillas son peculiares o extremadamente raras, porque fueron impresas en tirajes pequeños y distribuidas en las comunidades, donde perecieron con el tiempo. Independientemente de las cuestionadas metas del ILV, o de la efectividad de su método, el conjunto de sus publicaciones representa el proyecto más ambicioso que se haya concebido para introducir la escritura en las lenguas locales en las comunidades. Creemos que, hoy en día, poseer esta colección en Oaxaca, el estado con mayor diversidad lingüística y mayor población hablante de todo el país, tiene mucho sentido. Una buena parte de los usuarios de la Biblioteca son hablantes de alguna de las lenguas de Oaxaca.

Cuando, en 2011, la Fundación Alfredo Harp Helú compró la casa y la biblioteca del abogado, literato y filatelista José Lorenzo Cossío y Cosío (1902-1975), ubicada en Coyoacán, Ciudad de México, se encontró, entre las colecciones, con un importante número de cartillas y materiales para la alfabetización. En total, se identificaron 541 publicaciones que complementan la colección en Oaxaca. Lo interesante es que las piezas provenientes de México son, sobre todo, de las primeras décadas del trabajo del ILV, o sea, entre 1940 y 1950, completando el material más tardío en Oaxaca. Hasta la fecha no queda claro cómo y por qué José Lorenzo Cossío y Cosío coleccionó estos pequeños y frágiles cuadernillos con tanto cuidado.

Cuando en el mismo año de 2011 se abrió la Biblioteca de Investigación Juan de Córdova, en el exconvento de San Pablo, surgió la propuesta de incorporar la colección de cartillas recién encontradas al acervo en Oaxaca y conformar la colección más completa de cartillas y materiales para la alfabetización en México. Para nuestra biblioteca, esta compilación es la contraparte de una riquísima colección de 133 impresos y manuscritos en lenguas indígenas de México, que datan de la época virreinal y el siglo XIX. Juntas, conforman un reflejo y una memoria del papel de la escritura en lenguas indígenas en las complejas relaciones entre los pueblos indígenas y el Estado novohispano, decimonónico y posrevolucionario.

Sin embargo, en los años siguientes, ambas bibliotecas atendieron sus propias dinámicas y no fue sino hasta este 2020 que se decidió hacer el traslado de las piezas de la Ciudad de México a Oaxaca. En febrero, se trasladaron a Oaxaca los primeros 100 ejemplares y, a finales de junio, se trasladaron los 441 faltantes. Aunque las puertas de la Biblioteca de Investigación Juan de Córdova están cerradas mientras dura la pandemia, se ha iniciado el trabajo de integrar las fichas del inventario al catálogo de la Biblioteca, con miras a futuros eventos y acciones que difundan esta excepcional colección entre el público. Desde la Biblioteca agradecemos a las personas de ADABI de México que hicieron posible esta expansión de la Colección de Cartillas y Materiales de Alfabetización en Lenguas Indígenas en Oaxaca.

La FAHHO y su trabajo con las lenguas indígenas en el #IYIL2019

La FAHHO y su trabajo con las lenguas indígenas en el #IYIL2019

Autor: Rasheny Lazcano (BIJC)

Boletín FAHHO No. 34 (Ene-Feb 2020)



En el año 2016, y por sugerencia de Bolivia, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) aprobó una resolución en la que se proclamó el año 2019 como Año Internacional de las Lenguas Indígenas (IYIL, por sus siglas en inglés). Tal declaratoria era relevante para Oaxaca, el estado con mayor diversidad lingüística de México, en el que conviven quince pueblos o naciones indígenas con sus respectivas lenguas y variantes de ellas. Pero más que celebración, es una llamada de atención, ya que, para todas las lenguas de Oaxaca, el número de hablantes está descendiendo, sobre todo entre la población joven. 

Por su frecuente interacción –a través de sus proyectos culturales– con comunidades donde se habla alguna lengua indígena, varias instituciones de la FAHHO tratan de incorporar la presencia de hablantes de estas lenguas en los proyectos, no sólo durante 2019, sino como una política permanente. Esto no es sólo un reconocimiento de esta diversidad “hacia afuera”: como todas las instituciones de Oaxaca, la FAHHO tiene entre su equipo un buen número de personas que hablan una lengua indígena al lado del español. 

Sirva este pequeño texto para dejar testimonio de los proyectos que durante 2019 involucraron un acercamiento y apoyo a alguna lengua indígena. 

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Andares del Arte Popular es un proyecto de impulso y fomento artesanal a través de la comercialización. En 2019, se generó un proyecto llamado Diversificación de productos y generación de cuentos a partir de la narración oral, en el cual tuvo presencia la lengua zapoteca de San Lucas Quiaviní. Por otro lado, la Coordinación de Arte Popular y Proyectos Productivos impulsó dos proyectos que involucraron gestiones desde encontrar intérpretes que les permitieran colaborar con artesanos monolingües en mixteco y zapoteco, y que implicaron redactar convenios y documentos administrativos en este par de lenguas de la familia otomangue. El primero fue llamado Apoyo a la creación de textiles artesanales del estado de Oaxaca, distrito de Jamiltepec (en colaboración con el FONCA), e involucró artesanos mixtecos de los municipios de Santiago Ixtayutla, San Juan Colorado, Santa María Huazolotitlán y Pinotepa de Don Luis. El otro fue el proyecto Instalación de hornos de leña libres de humo, en colaboración con la Escuela Nacional de Cerámica, en el cual se incluyó el zapoteco de San Marcos Tlapazola. 

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El año pasado, numerosos incendios arrasaron con los bosques y dañaron ecosistemas del territorio oaxaqueño. Por esto, la Coordinación de Medio Ambiente realizó un proyecto nombrado Campaña de prevención de incendios forestales 2019, que se tradujo a siete lenguas oaxaqueñas: chatino de San Juan Quiahije, mazateco de Zoquiapam, mixe de Ayutla, mixteco de Peñoles, triqui de Chicahuaxtla, zapoteco del Istmo y por último zoque de Chimalapas, lengua prima del mixe. 

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El Museo Textil de Oaxaca se ha dedicado a rescatar los saberes tradicionales de producción textil, así como las herramientas indispensables de este quehacer. Durante 2019, el MTO montó tres exposiciones en las que su museografía incluyó textos en la lengua de los artesanos. Primero, la exposición Dixrikoö ndie ndachoo ndie dsua xäde Ngigua – NgibaRecuerdos del telar de los pueblos chocholtecos. Luego, la exposición Ladx duu Pueblo de hilo, en la cual se llevaron a cabo tres rondas de Lotería en lenguas originarias que estuvieron a cargo de artistas textileros provenientes de las comunidades de El Tapanco, Santa María Zacatepec, Santa María Tlahuitoltepec y San Pedro Cajonos en donde se habla tacuate, ayuujk y zapoteco respectivamente. Y por último, la exposición Tukyo’mët Nëxëy – La Camisa de Ayutla. Apuntes sobre vestimenta, identidad y bordados masculinos, la cual tuvo una rica oferta de textos en ayuujk con su respectiva traducción al español. 

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El Taller de Restauración, mediante el Programa de apoyo a la reconstrucción, ha estado ocupado desde septiembre de 2017 en varias regiones de Oaxaca con proyectos de reconstrucción. En la comunidad de Asunción Ixtaltepec, donde se reconstruyó una casa que conservaba el patrón arquitectónico de la casa zapoteca, es decir la Yoo Bido o cubierta de tejavana y muros de ladrillo de barro rojo, se respetó el deseo de los dueños de comunicarse en zapoteco, por lo que se trabajó con un intérprete. 

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En la BS Casa de la Cacica, de San Pedro y San Pablo Teposcolula, se desarrolló Cartas en mixteco para monstruos, proyecto de varios movimientos con niños adquiriendo el mixteco de Teposcolula, que dio como resultado un libro. ¡Los invitamos a saber más de este proyecto dentro de este boletín! 

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Para la Biblioteca de Investigación Juan de Córdova, el proyecto punta de lanza de 2019 fue Filología de Lenguas Otomangues y Vecinas (FILOV), el cual se dedica a la identificación, digitalización y catalogación de documentos escritos en lenguas mesoamericanas, desde el siglo XVI hasta inicios del XIX. Tres archivos institucionales participan: el Archivo Histórico del Poder Judicial del Estado de Oaxaca (AHPJEO), con documentos en las lenguas chocholteco, mixteco, nahuatl y zapoteco; el Archivo General de la Nación (AGN), el cual conserva documentos en chontal, matlatzinca, mixteco, nahuatl, otomí, purhépecha y zapoteco; el Archivo General de Estado de Oaxaca (AGEO), en donde se han registrado documentos en nahuatl, mixteco y zapoteco. Acompañan a este proyecto dos seminarios de Filología Mesoamericana organizados con el Instituto de Investigaciones Filológicas de la UNAM. Uno llamado Cultura y Lengua Mixteca, con trece asistentes, y otro Cultura y Lengua Zapoteca, con diecisiete participantes. En estos seminarios, hablantes de diferentes comunidades analizan textos coloniales escritos en su lengua. En el ramo de las publicaciones se han traducido, editado, impreso y distribuido dos cuentos de terror japonés, Hoichi el desorejado Mujer de nieve en diversas variantes de las lenguas mixe, zapoteco y ombeayuits; y un cuento de tradición oral tacuate: Kuayu Chi´in Tiote´e´. Estos textos están disponibles impresos y en línea. También se publicó una pequeña historieta que atiende el fenómeno de las caravanas migrantes, Tiempo de ayudar, traducido a nueve lenguas del estado. 

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Para finalizar la lista está el proyecto Endless Oaxaca Multilingüe, que lleva computadoras con contenido pertinente y un sistema operativo abierto y no dependiente del internet a las comunidades de San Andrés Chicahuaxtla, Santa María Ixcatlán, San Juan Quiahije, Santa María Tlahuitoltepec, en donde se habla triqui, ixcateco, chatino y ayuujk respectivamente. 

Así terminamos este recuento de la presencia de las lenguas indígenas en la FAHHO durante el #IYIL2019. Desde la BIJC te invitamos a visitar la página oficial del IYIL, en donde encontrarás muchos materiales informativos y pedagógicos, desde manuales para políticas públicas hasta juegos de lotería. Recuerda que donde quiera que estés, si escuchas a alguien hablar algo que no entiendas y no sabes cómo referirte, te recordamos: todas se llaman lenguas. 

El Curso-Taller de Mixteco de la Época Virreinal en la BIJC

EL CURSO-TALLER DE MIXTECO DE LA ÉPOCA VIRREINAL EN LA BIJC

Autor: Sebastián van Doesburg (UNAM/BIJC)

Boletín FAHHO No. 29 (Mar-Abr 2019)



Por primera vez en Oaxaca, un grupo de filólogos y hablantes de la lengua mixteca (tu’un savi o dzaha ñudzavui en mixteco) trabajan juntos en estudiar los cientos de documentos virreinales escritos en mixteco. Las sesiones mensuales cuentan con el reconocimiento curricular de la UNAM.

Durante la época vireinal, muchos pueblos de Oaxaca tenían escribanos de la comunidad que se encargaron deponer por escrito cualquier asunto administrativo de la comunidad. Ellos elaboraron los testamentos, actas de compra-venta, inventarios, testimonios y todo lo demás necesario para una vida ordenada. Ahora bien, lo que pueda ser una sorpresa para muchas personas hoy, estos escribanos no escribían en español, sino en su propia lengua: mixteco, zapoteco, chocho, o, en algunos casos como los mixes, en nahuatl, que era la “lengua general” de Mesoamérica. Escribieron más de diez mil de estos documentos; hoy sobreviven quizás 2000.

Hasta fecha muy reciente, los historiadores y lingüistas no le dieron importancia a los textos elaborados en mixteco, zapoteco, chocho y nahuatl entre 1550 y los años de la independencia mexicana. Pero en los últimos años, esto ha cambiado. Hoy se reconoce que estos documentos no solo nos ofrecen una extraordinaria ventana a la vida, sociedad y cultura de los pueblos indígenas de Oaxaca a través de su propia lengua y en sus propias palabras, sino que conservan fases antiguas de las lenguas con palabras y formas gramaticales hoy perdidas. Este radical cambio paradigmático se ejemplifica con el reconocimiento de la UNESCO de estos documentos (particularmente los conservados en el Archivo Histórico Judicial de Oaxaca) como Memoria del Mundo en 2018.

Dicho todo esto, la lectura de estos documentos no es una tarea fácil. No solo tenemos que acostumbrarnos a las antiguas letras, sino también tenemos que habituarnos al vocabulario y la gramática antigua de la lengua. Como todas las lenguas, las habladas en Oaxaca también están en un constante proceso de cambio. El curso-taller enseña cómo relacionar –de manera científica, por medio de las reglas de cambios regulares– las variantes actuales con las versiones antiguas que aparecen en los documentos.

Trabajar juntos para librar estos obstáculos es el principal objetivo del curso-taller de mixteco de la época virreinal que inició el 10 y 11 de enero con ocho horas de trabajo. Afortunadamente, existen varios materiales que nos pueden ayudar, como la gramática y el diccionario del mixteco de Teposcolula de 1593. Pero el conocimiento de la lengua que tienen los propios hablantes es un recurso igual de importante. Finalmente, como el mixteco demuestra una gran variación al interior de la lengua, la participación de hablantes de distintas variantes es muy productivo para entender las antiguas formas de la lengua. La reflexión sobre la propia lengua desde una perspectiva histórica no sólo es divertido e interesante, sino enriquece a la vez significativamente el conocimiento profundo de las relaciones entre las distintas variantes de una lengua y sus funciones culturales.

A lo largo del primer semestre de 2019, los participantes, hablantes provenientes de Jaltepetongo, Apoala, Peñoles, Atatlahuca, Amoltepec, Jamiltepec, Zacatepec, San Miguel del Progreso, Ayutla y Alcozauca, analizarán la gramática de 1593 desde su propia habla, investigarán las diferencias (no sólo en sonido, sino también en significado) entre las entradas en el diccionario de 1593 y las palabras en su propia variante, y aplicarán este conocimiento a la lectura de textos producidos hace cientos de años. Aunque inicialmente pueda parecer difícil entrar en la lectura de los textos, la práctica con el tiempo permite algo realmente emocionante: leer y comprender la voz mixteca de los lejanos antepasados, de personas que hicieron sus vidas hace siglos en las mismas tierras donde hoy están sus descendientes, constituyéndose esta voz como un eslabón complejo y dinámico entre la cultura mixteca prehispánica y la cultura actual. 

El curso-taller forma parte del proyecto FILOV de la Biblioteca de Investigación Juan de Córdova y el Instituto de Investigaciones Filológicas de la UNAM, cuyo objetivo es poner en línea toda la documentación virreinal escrita en alguna de las lenguas indígenas de Oaxaca. Sin embargo, la puesta en línea sin la formación de lectores/especialistas sería una labor estéril, por lo que para este curso-taller en particular se activaron los añejos lazos de amistad y solidaridad que unen a la Biblioteca con la Academia de la Lengua Mixteca (Ve’e Tu’un Savi en mixteco).

Estaremos hablando más de los curso-talleres y de los resultados que arrojen a lo largo de este 2019, pero por lo pronto agradecemos mucho a todos los participantes y colaboradores en este proyecto, señalando que son pocas las oportunidades de armar un grupo de estudio con tantos involucrados de regiones muy diferentes. ¡Qué mejor manera de comenzar el Año Internacional de las Lenguas Indígenas de la UNESCO!

La Enseñanza de Lenguas en la BIJC

La Enseñanza de Lenguas en la BIJC

Autora: Elodia Ramírez (BIJC)

Boletín FAHHO No. 27 (Nov-Dic 2018)



México es un país multilingüe y multicultural, se encuentra dentro de los diez países con mayor número de lenguas. Esta diversidad, además delas responsabilidades políticas que implica su conservación y protección, ofrece a la sociedad mexicana la oportunidad de disfrutar de ella como potencial de desarrollo social. En los estados del sur del país se concentra el mayor número de lenguas originarias, como es el caso de Oaxaca y Chiapas. Sin embargo, por las políticas lingüísticas que el Estado mexicano ha aplicado, se vive un preocupante detrimento de la diversidad cultural y lingüística, que se traduce en el desplazamiento de las lenguas indígenas por el español. Esto es cada vez más notorio en las comunidades de todo México.

Con el propósito de promover la diversidad lingüística en Oaxaca, la Biblioteca de Investigación Juan de Córdova, en coordinación con los profesores de lenguas voluntarios, ha sumado esfuerzos para conformar un espacio de enseñanza de lenguas al público adulto interesado. La enseñanza de estas lenguas se considera una de las estrategias que promueve su fortalecimiento y revitalización, además de promover la interculturalidad en la diversidad, al hacer accesibles a los aprendices nuevos modelos culturales que permiten resolver los problemas personales y cotidianos de la vida.

Desde el año 2012, en la Biblioteca de Investigación Juan de Córdova se han impartido clases de ayuuk, zapoteco, chino y mixteco dirigidas a público adulto. El último de estos esfuerzos sucedió durante el periodo de verano 2018 (julio-septiembre), fechas en las que se impartió mixteco a público infantil como segunda lengua. En este curso los niños aprendieron a saludar, a presentarse, a presentar a los que viven en su casa, así como pedir de comer, de beber y dar las gracias en un contexto familiar. De esta manera se les dio la oportunidad de aprender el mixteco en un entorno comunicativo natural y lúdico. Aunado a esto, el taller desarrolló actividades tanto en el Centro Cultural San Pablo como en el espacio privado del hogar. Las madres de familia y abuelas de los alumnos ayudaron a desarrollar las actividades en un ambiente familiar. Así se adquiere la lengua en su contexto natural de transmisión. Aunque el tiempo de enseñanza fue corto, las madres de familia lograron ver en sus hijos los resultados de aprender el mixteco como segunda lengua. A través de los siguientes testimonios se puede dar cuenta del interés y evaluación de los padres:

“Ayer que salimos al súper me dio mucho orgullo ver a mi hijo contar en mixteco. Mi hijo, al aprender el mixteco, lo hizo de modo muy familiar porque en la casa nos dice koba’an sakua, ‘buenas tardes’, kova’adin, ‘buenos días’. Va con sus abuelos y sus primos y lo dice muy bien, lo asimila en su uso. El que mi hijo aprenda el mixteco es una oportunidad de amar nuestras culturas” (madre de familia, 10-09-2018). 

“Yo soy de la Mixteca, y que mis hijos aprendan el mixteco es una forma de conservar la identidad en los niños. Para mí es importante que aprendan el mixteco porque colaboramos a que la lengua no se pierda, es importante porque nosotros tenemos una ascendencia mixteca. Ellos no van porque yo los inscribí, sino porque les gusta y lo están haciendo propio” (madre de familia, 11-09-2018). 

De esta manera se busca difundir la importancia que tienen las lenguas como elemento identitario, creando espacios de uso para aprender una segunda lengua, además de contribuir a la revitalización y al fortalecimiento de ésta.

Los seminarios de Filología mesoamericana

Los seminarios de Filología mesoamericana

Autor: Sebastián van Doesburg (UNAM/BIJC)

Boletín FAHHO No. 34 (Ene-Feb 2020)



partir de la segunda mitad del siglo XVI y hasta la Independencia de México, los escribanos de las comunidades de habla zapoteca y mixteca produjeron miles de documentos en su propia lengua, en donde registraron gastos y cuentas, inventarios, testamentos, misivas, averiguaciones, compraventas, elecciones y otros asuntos comunitarios. 

Esto fue un hecho llamativo: hoy en día, el universo de los documentos oficiales está dominado por el español, y la escritura en lenguas indígenas quedó relegada a la lectura opcional, como cuentos y poesía. Aunque esta división pueda parecer irrelevante, tiene importantes consecuencias, ya que individualiza la lectoescritura en lenguas indígenas y la mantiene fuera del contexto comunitario en que funcionó en aquellos años. 

La existencia de miles de textos en mixteco y zapoteco de la época colonial es un hecho conocido por pocos, y aún menos son quienes los utilizan como fuentes para estudiar la historia de las comunidades indígenas –a pesar de su obvia importancia para el tema– o como fuentes lingüísticas para conocer las etapas anteriores de las lenguas habladas hoy en día. Por supuesto, esta situación tiene que ver con varios factores, entre ellos, los prejuicios que rodean a estas lenguas, el olvido en que yacían los documentos hasta recientemente, pero también la ausencia de una capacitación para su lectura y comprensión. No sólo hay importantes diferencias entre la lengua y la ortografía antiguas y sus correspondencias contemporáneas, sino también entre el contexto social y político de aquellos años y el de hoy en día. 

Para salvar la ausencia en la formación de hablantes de las distintas variantes del mixteco y del zapoteco en la lectura de su respectiva documentación histórica, la Biblioteca de Investigación Juan de Córdova de la FAHHO y el Instituto de Investigaciones Filológicas de la UNAM crearon, al inicio de 2019, dos seminarios de Filología Mesoamericana, uno llamado Cultura y Lengua Mixteca y otro Cultura y Lengua Zapoteca, mismos que cumplieron sus 120 horas al terminar el primer ciclo en el mes de noviembre. En ambos seminarios participaron exclusivamente hablantes de las mencionadas lenguas, guiados por especialistas en el tema de la traducción de documentos coloniales. Se buscó, además, que los participantes tuvieran una edad relativamente joven, para asegurar la permanencia de lo aprendido, y estimular el ingreso de los participantes en carreras de especialización. El objetivo es ofrecer a los participantes las herramientas y un método para acercarse a los textos escritos en su propia lengua hace varios siglos, para poder analizarlos, comprenderlos y convertirlos en fuentes para la historia social, política y lingüística de sus comunidades. Sin duda, la experiencia ha sido enriquecedora para todos, por generar una profunda reflexión sobre la historia de estas dos lenguas. 

Por supuesto, ejercicios de este tipo estimulan además la reflexión acerca del actual papel de la escritura en las comunidades, los espacios sociales del uso de la lengua, los cambios, pérdidas e innovaciones en el lexicón, entendidos como expresiones de cambio cultural. Los seminarios constituyen un camino nuevo y experimental en que se intenta abrir un corpus de documentos históricos a los hablantes de las lenguas en que fueron escritos. Por más obvio que esto suena en lo general, no se había hecho hasta la fecha, y el uso de estos documentos se restringió a un muy pequeño número de especialistas no-indígenas y casi exclusivamente extranjeros. Ahora ha llegado el momento de pasar la estafeta y asegurar que los hablantes tengan acceso a estos documentos y los reconozcan como un patrimonio histórico y lingüístico de alto valor, y como una expresión de la tenaz lucha de las comunidades por encontrar un nicho de reproducción cultural propia, primero en los territorios colonizados y posteriormente en el Estado nacional. Los dos seminarios comenzarán con un nuevo ciclo en 2020, año en que también esperamos poder publicar los primeros resultados de textos traducidos y comentados. 

El Día Internacional de la Lengua Materna. La confusión entre los conceptos de ‘lengua materna’, ‘lengua indígena’ y ‘lengua minoritaria’

El Día Internacional de la Lengua Materna. La confusión entre los conceptos de ‘lengua materna’, ‘lengua indígena’ y ‘lengua minoritaria’.

Autor: Sebastián van Doesburg (FAHHO-UNAM)



En noviembre de 1999, la Asamblea General de la UNESCO declaró la fecha del 21 de febrero de cada año como Día de la Lengua Materna (DILM). La intención de la asamblea era promover la protección de la diversidad lingüística en el mundo, el plurilingüismo adentro de las países, regiones o sociedades y promover el reconocimiento de los derechos lingüísticos como parte de los derechos humanos. La Unidad 2 (“educando para una cultura de paz”) de la Resolución C 30/5 de la UNESCO, en que se anunciaba el DILM, estaba sobre todo enfocado al tema de la educación.[1]

En México, y especialmente en Oaxaca, territorio con una excepcional diversidad lingüística, la celebración de este día se ha convertido en un evento con relevancia política. Sin embargo, es muy común encontrarnos en los comentarios en redes y en la prensa con una confusión entre los conceptos de ‘lengua materna’, ‘lengua indígena’ y ‘lengua minoritaria’. Revisemos a qué se debe que la UNESCO usa la expresión ‘lengua materna’.

El origen de la declaratoria de la UNESCO se remonta a los sangrientos hechos del día 21 de febrero de 1952, cuando estudiantes de la Universidad de Daca fueron acribillados por la policía de Pakistán Oriental (ahora Bangladesh) por demostrar a favor de su lengua materna, el bengalí, que había sido ‘prohibida’ desde 1948, año en que el gobierno de Pakistán había declarado el urdú como única lengua oficial.[2] La muerte de los estudiantes catalizó el Movimiento por la Lengua Bengalí (reconociendo el 21 de febrero como Día de los Mártires) en una poderosa fuerza política que en 1956 logró el reconocimiento del bengalí -y su escritura derivada del devanagari- como lengua oficial de Pakistán Oriental. Con el tiempo, el movimiento condujo a la independencia de Bangladesh (“el país de la lengua bengalí”) en 1971. El bengalí es también una de las 23 lenguas oficiales reconocidas en la vecina India.

Ahora bien, el término “lengua materna” propuesto por la República de Bangladesh para la resolución es un tanto confuso y desafortunado, ya que no necesariamente significa una lengua discriminada e incluso puede ser una lengua agresivamente dominante. La lengua materna es aquella lengua que hablamos desde la casa, desde la infancia, la que nos enseñan los aduntos de la casa antes de los 3 años de edad. Hoy en día, para la mayoría de los oaxaqueños, la lengua materna es el español; incluso para muchos que hablan una lengua indígena como segunda lengua. Para los 44 millones de hablantes del bengalí en la Pakistán Oriental, el bengalí era su lengua materna y su uso público estaba siendo prohibido por el gobierno dominado por hablantes del urdú. ¿Pero porqué no aplicaron el término ‘lengua indígena’ o ‘lengua minoritaria’ al caso del bengalí en 1999, año de la resolución de la UNESCO?

21 de febrero de 1952, Universidad de Daca, Pakistán Oriental (Bangladesh). (Wikimedia Commons). Autor: Prof. Rafiqul Islam.

Las lenguas indígenas son aquellas que se hablaron originalmente y se siguen hablando en los territorios colonizados por los europeos en los años entre el temprano siglos XVI y el inicio de la Primera Guerra Mundial, cuando Europa controlaba 84% del mundo.[3] Al independizarse estos territorios durante los siglos XIX y XX, los creadores de los nuevos países generalmente optaron -bajo la ideología del nacionalismo- por conservar y promover la lengua del colonizador y discriminar las lenguas habladas al interior. Por lo mismo, el término ‘lengua indígena’ no dice absolutamente nada sobre estas lenguas mismas; sólo que todas comparten el hecho histórico de haber sido excluidas durante el proceso de la formación de los países a favor de la lengua del colonizador original (el español en nuestro caso, el portugués, inglés y francés en otras partes de las Américas). Las lenguas indígenas son las de aquellos pueblos colonizados que no pudieron formar un país propio durante el movimiento independista.

Esta situación era distinta en la Repartición de la India en 1947 y 1948, donde no se impuso automáticamente el inglés como la lengua del poder -lo que sí había pasado en Estados Unidos y Australia-, sino lenguas locales como el urdú (en Pakistán Occidental), el hindi (en la India, al lado del inglés), el cingalés y tamil (en Sri Lanka) y el birmano (en Birmania o Myanmar). Por supuesto, en estas situaciones se oprimieron múltiples otras lenguas -como el bengalí-, pero con la formación de la nación de Bangladesh en 1971, el bengalí se hizo la única lengua nacional, por lo que difícilmente aplica el término “lengua indígena”.[4]

Una lengua minoritaria es aquella lengua que, sin ser necesariamente indígena, se habla en menor número que la lengua dominante o mayoritaria en un país o región. Así, el romaní (de los llamados ‘gitanos’), el plautdietsch (de los menonitas) y el mixteco son lenguas minoritarias de México, pero sólo la última es también indígena. ‘Lengua minoritaria’ sólo describe la situación de la lengua en relación a la región considerada: el mixe es una lengua minoritaria en el estado de Oaxaca, pero no en el municipio de Tlahuitoltepec. Y con sus 44 millones de hablantes en la Pakistán Oriental en 1952, el bengalí -hoy la sexta lengua más hablada en el mundo- nunca fue una lengua minoritaria, sino la lengua dominante. Por lo anterior, la resolución de la UNESCO usa -un tanto desafortunadamente- el término “lengua materna”, aunque la redacción de la resolución revela que se refiere a todas las lenguas discriminadas, sean indígenas, minoritarias o maternas.

El objetivo de la resolución de la UNESCO es reconocer y promover la diversidad lingüística, el plurilingüismo y los derechos lingüísticos “como piedras claves para la sustentabilidad y la paz”.[5] El programa de la UNESCO busca particularmente “avances en la educación multilingüe apoyada en la lengua materna […] sobre todo en la educación temprana” y “más compromiso a su desarrollo en la vida pública”. Por lo mismo, es una declaración importante para el caso de Oaxaca, donde se concentra el 50% de la diversidad lingüística de México en términos de número de lenguas, aunque como país estamos en el número 186 de la lista mundial en términos de diversidad efectiva.[6] Un estado donde décadas de discurso sobre una educación bilingüe han producido sólo escasos resultados y donde seguimos luchando con la dificultad de incluir esta diversidad en el sistema judicial y de salud. Sobre todo, la presencia del Ejecutivo y del Magisterio en los actos oficiales de ese día debería representar más compromiso y responsabilidad política, más sinceridad y menos celebración mediática y simbólica.



Resumen:

-Lengua materna: su definición depende de la persona

-Lengua indígena: su definición depende de la historia

-Lengua minoritaria: su definición depende de la región



[1] http://unesdoc.unesco.org/images/0012/001206/120679e.pdf#page=184

[2] Esta particular protesta estaba dirigida contra la propuesta “reconciliadora” del gobierno de escribir el bengalí en la escritura arábica-persa usada para el urdú.

[3] En extensión se pueden incluir las lenguas minoritarias en los territorios de otros poderes imperiales o expansionistas, como los imperios de China y de Japón.

[4] Algunas lenguas tibeto-birmanas minoritarias habladas en Bangladesh se encuentran en peligro de extinción.

[5] https://en.unesco.org/international-days/international-mother-language-day

[6] El INALI reconoce 364 variantes de lenguas indígenas nacionales, ordenadas en 68 agrupaciones lingüísticas, 15 de las cuales se hablan en Oaxaca, representando éstas 176 variantes. Sin embargo, el 99.3% de la población de México habla el español, por lo que la probabilidad de que dos mexicanos escogidos al azar hablen dos lenguas maternas distintas es sumamente baja. Simons, Gary F. y Charles D. Fennig (coords.). 2017. Ethnologue: Languages of the World. Twentieth edition. Dallas: SIL International. Agradezco a Michael Swanton haberme pasada esta referencia.

Entrevista a Otto Zwartjes (Primera parte)

Entrevista a Otto Zwartjes (Primera parte)

Autor: Rasheny Lazcano (BIJC)

Boletín FAHHO No. 19 (Jul-Ago 2017)



La primera mitad del mes de marzo, la Biblioteca de Investigación Juan de Córdova tuvo el honor de recibir la visita de Otto Zwartjes, investigador de la Universidad de Ámsterdam, especialista en Historiografía Lingüística, Lingüística Misionera, entre otras muchas ramas del estudio de la historia de la descripción lingüística. El Dr. Zwartjes vino a impartir dos conferencias a Oaxaca: la primera, en San Pablo, dedicada a los libros de Fray Juan de Córdova: Vocabulario de la lengua zapoteca y El arte de la lengua zapoteca, ambos publicados en 1578. La segunda plática fue en Santa María Tlahuitoltepec y estuvo centrada en el trabajo de Fray Agustín de Quintana, quien publicó, además de Arte de la lengua mixe, un confesionario bilingüe titulado Confesionario en lengua mixe que incluye una “Construcción de las oraciones de la doctrina christiana” y un “Compendio de voces mixes, para enseñarse a pronunciar la dicha Lengua”, en 1733.

En esta entrevista quisimos abordar las preguntas que resaltaron en las distintas actividades que tuvo y que nos explicara un poco más acerca de su conocimiento de los misioneros que estuvieron en Oaxaca trabajando las lenguas zapoteco y mixe.

Rasheny Lazcano: ¿Cuál fue tu camino para llegar al estudio de los documentos de los misioneros alrededor del mundo?

Otto Zwartjes: Estoy interesado en lenguas, sus variedades, sus tipologías. Empecé mis estudios con las lenguas clásicas, luego extendí el horizonte con el estudio del árabe. Al-Ándalus es un período interesante de la península ibérica, y me dediqué a la poesía árabe medieval. El tema de mi tesis de doctorado fueron las jarchas, las canciones de amor bilingües árabe coloquial-romance andalusí. Para eso tuve que profundizar en temas de sociolingüística y dialectología, la historia de la lengua árabe. Para ampliar los conocimientos, fui a estudiar la primera obra misionera impresa, la de Pedro de Alcalá, quien compuso un arte y diccionario del árabe peninsular (1505). En mi proyecto de post-doctorado, quería concentrarme en esta fuente misionera, y para poder contextualizarlo mejor empecé a buscar otras fuentes, las primeras gramáticas misioneras del náhuatl, quechua, chibcha. Cuando empecé a ampliar el horizonte me atrajo mucho el tema, no sólo por la gran cantidad, sino sobre todo por la gran calidad y cuidado de estas obras.

RL: ¿Cuál es la diferencia entre filología indomexicana o indoamericana, historiografía lingüística y lingüística misionera?

OZ: No hay diferencias en el nivel de “objeto de estudio”. La disciplina más amplia es la Historiografía Lingüística, y la lingüística misionera, o la lingüística (aplicada) de los misioneros es una subdisciplina de la primera, y luego podemos dividir las tareas según distintas regiones: la filipina, china, amerindia, andina o mesoamericana.

RL: ¿Cómo describirías el avance del estudio de los documentos coloniales en México? ¿Qué hace falta?

OZ: Ya en el siglo XIX contamos con famosos estudiosos, como Belmar, Pimentel y muchos otros. La lengua náhuatl, las lenguas mayas y no pocas otras se han estudiado relativamente bien. Sin embargo, faltan también buenas ediciones críticas, anotadas, modernas de no pocas obras. Por eso, con mi colega José Antonio Flores Farfán (CIESAS, Tlalpan) hemos decidido editar y analizar la obra de una gramática del náhuatl menos conocida, el Arte de el idioma mexicana del agustino Manuel Pérez (1713), que tiene muchos aspectos atractivos, creativos, diferentes de las obras de sus antecesores. Su obra, sobre todo el Farol y el Cathecismo Romano, casi no se han estudiado bien todavía. Además, hay un gran número de obras de lenguas de menor difusión, como la lengua mixe, por ejemplo. No existen buenas ediciones ni monografías sobre la obra del dominico Augustín de Quintana. La primera tarea es la digitalización para la diseminación de estas obras. Puedo decir que ya existen muy buenas iniciativas, proyectos realizados y, en este sentido, avanzamos mucho. Lo que falta todavía es el estudio profundo de estos textos en la historiografía misionero-colonial. Ya se ha establecido esta disciplina, pero hay todavía mucho que hacer.

RL: ¿Por qué las obras misioneras no siempre fueron de interés para la lingüística moderna?

OZ: No les gusta nada el modelo grecolatino, un modelo que no se había desarrollado para la descripción de lenguas amerindias. La actitud de algunos estudiosos era negativa porque querían ver los defectos y no los logros. Yo no quiero negar que abundan “defectos”, tampoco quiero exagerar demasiado sus logros. Hay que estudiar estas fuentes en su contexto. Muchos lingüistas modernos menosprecian el empleo acrítico de una terminología latina por los misioneros y no tienen la “actitud de un filólogo”, quien normalmente quiere interpretar los términos en su contexto. Para algunos lingüistas modernos no tiene sentido aplicar el sistema de los “casos” latinos para lenguas que carecen de las declinaciones y el sistema nominal de casos. Sin embargo, cuando releemos estos textos, usan términos como “nominativo, genitivo”, etcétera, para otras realidades. Los misioneros sabían perfectamente que muchas de estas lenguas carecían de casos, pero en sus gramáticas el término “nominativo” fue extendido, dándole significados como “primer elemento de la oración” que también puede ser un adverbio, como en “mañana voy a México”. Según no pocos misioneros, “mañana” es el nominativo. De esta manera, también quiere tener el significado de “elemento topicalizado de la oración”. Esto lo han visto bien los misioneros, sobre todo de las filipinas de tradición hispánica. Además hay lingüistas modernos que son ignorantes. No saben de qué están hablando porque no han visto nunca estos textos. Es verdad, todos siguen el modelo latino, pero casi todas las gramáticas son tan diferentes entre sí que no podemos hacer tales generalizaciones. Al lado de todos los paradigmas “tradicionales”, basados en el sistema grecolatino, se encuentran, se intercalan, se agregan en los apéndices las “observaciones”, “notas”, “notables”, “excepciones”, “modos de hablar”, que nada tienen que ver con los modelos latinos. Son obras originales, novedosas, de pioneros que no sólo querían transmitir la religión, sino también, aunque no todos en el mismo grado, se hallaban interesados en los rasgos idiosincráticos de estas lenguas tan fascinantes.

RL: Tanto Quintana como Córdova fueron impresos en México, ¿crees que se hayan basado en manuscritos preexistentes o que hayan construido sus textos a partir de registros orales?

OZ: Sabemos que circulaban manuscritos antes de publicarse las obras de Córdova, pero son manuscritos perdidos. Quintana documentó la lengua mixe con la intervención de “Los naturales de la nación mixe”. Lo dice explícitamente en sus obras. Su modelo dista de ser uniforme, nada que ver tiene con el sistema tradicional nebrisense; es creativo, original y muy novedoso. Una joya de la lingüística misionera.

Entrevista a Otto Zwartjes (Segunda parte)

Entrevista a Otto Zwartjes (Segunda parte)

Entrevista a Otto Zwartjes (Segunda parte)

Autor: Rasheny Lazcano (BIJC)

Boletín FAHHO No. 19 (Jul-Ago 2017)



La primera parte de la entrevista puedes encontrarla en el Boletín núm. 18

RL: ¿Cuál dirías que fue la participación de los hablantes en la realización de estos documentos?

OZ: Depende de la obra. Hay obras para el uso en los seminarios, en los colegios de las distintas órdenes religiosas, y otras para la enseñanza en la Real Universidad de México (Galdo Guzmán Manuel Pérez). Manuel Pérez aprendió la lengua primero “en su celda” con la obra de su antecesor Vetancurt en la mano, pero luego se fue a Chiautla para aprender la lengua (la variedad de Tierra Caliente) de sus “maestros”, es decir, los hablantes nativos.

Algunos trabajaban solos, mientras que en otros casos estudiaban, hicieron trabajo de campo, documentaron, describieron la lengua en grupos, con la colaboración de hablantes indígenas, como en el caso del Colegio de Tlatelolco. Como se ve, la infraestructura en la Ciudad de México nada que ver tiene con otros contextos como el de Juquila, donde aprendió Quintana el mixe. Además, hay misioneros que escribieron gramáticas, mientras que nunca estuvieron en la región para aprender la lengua. Un buen ejemplo es el franciscano Melchor Oyanguren de Santa Inés, de origen vasco, quien escribió dos gramáticas de tres lenguas, la tagala, la mandarina y el japonés. Trabajó muchos años en Manila, pero nunca estuvo en Japón ni en China. Lo más sorprendente es que estas obras se publicaron en México (1738 y 1742). El fraile también estuvo muchos años en San Agustín de las Cuevas, en Tlalpan.

RL: ¿Cuál era el objetivo de las artes y vocabularios que se hicieron en Oaxaca?

OZ: No difiere mucho con los objetivos de otras obras de la época: estudiar y documentar la lengua, compilar textos y el léxico, con las reglas gramaticales, para la enseñanza y aprendizaje de recién llegados para que pudieran predicar, evangelizar, educar, dar la confesión, etcétera.

RL: ¿Cómo crees que trabajaban las órdenes religiosas en la época Colonial de México?

OZ: Hay diferencias notables entre las distintas órdenes, pero no siempre acumularon tales diferencias en la macro-estructura de las obras, como ocurrió en China. Allí tenemos las obras de los jesuitas, que querían aprender y enseñar la variedad de la élite, la variedad prestigiosa. La idea era que si podían convertir a la élite, a los gobernantes, el cristianismo iría desde arriba hacia abajo. Los dominicos, como los españoles Francisco Díaz y Francisco Varo (siglo XVII), pioneros de la lexicografía y gramatología sino-hispánicas, prefirieron empezar con la base, con la gente común. En el título del diccionario de Varo, encontramos el término lengua sin elegancia que se refiere a la variedad coloquial. La evangelización se impuso desde abajo. Encontramos exactamente lo mismo en la primera obra misionera de Pedro de Alcalá. Este fraile de la orden de San Jerónimo decidió no describir la lengua prestigiosa de los “sabios alfaquíes”, sino sólo la lengua común, la variedad coloquial, como la hablaba la gente.

En México encontramos también observaciones sobre la lengua de la corte, la lengua “pulida”, que se distingue de la variedad “tosca, vulgar”. En la región de Oaxaca encontramos muchos ejemplos de los dominicos, la obra de los Reyes sobre el mixteco es un buen ejemplo, la variedad que describe es la de Tepozcolula, la que tenía más prestigio por la antigüedad, y la que fue la más general.

RL: ¿Qué me puedes decir de tu visita a la cuidad de Oaxaca, a la Biblioteca Burgoa y la Biblioteca Juan de Córdova?

OZ: Para mí ha sido un gran descubrimiento. Ha sido una visita inolvidable gracias a todos los esfuerzos y la amable acogida de Michael Swanton, Sebastián van Doesburg, Penélope Orozco, el alcalde de Tlahuitoltepec, y desde luego, gracias a ti, Rasheny, y a Zaira.

RL: Háblanos un poco de tu experiencia al dictar una conferencia en Tlahuitoltepec.

OZ: Para mí ha sido una experiencia magnífica. A menudo existe una distancia entre los círculos académicos y la gente. Es nuestra responsabilidad contribuir en la diseminación de nuestros conocimientos. Había alrededor de setenta personas muy interesadas en el público, con excelentes preguntas. Creo que les ha gustado constatar que existen fuentes impresas de su lengua. Discutimos algunos fragmentos y concluimos que la variedad de Juquila de Quintana es diferente, pero sí era divertido y fascinante ver que entendieron el contenido perfectamente. Desde luego había interesados en el público que sí conocen muy bien la obra de Quintana, pero también he visto que para muchos era una novedad. Esto me da mucha satisfacción, sabiendo que en mis cursos universitarios en Holanda normalmente no hay tiempo para tratar estos temas, y tengo muy pocos estudiantes. En los cursos que estoy impartiendo en la FES Acatlán, y en Tlahuitoltepec, hay muchos interesados, y me encanta poder contribuir en este proceso de diseminación de las fuentes coloniales de lenguas indígenas tan fascinantes

Descubriendo lenguas mesoamericanas en el baúl de documentos del AGEO

Descubriendo lenguas mesoamericanas en el baúl de documentos del AGEO

Autoras: Marcela Rivera (BIJC) / Tania Bautista (AGEO)

Boletín FAHHO Digital No. 10 (Dic 2021)



En octubre de 2018 se inició la descripción y catalogación de documentos elaborados por instituciones virreinales, públicas y privadas, que se encuentran resguardados en el Archivo Histórico del Estado de Oaxaca. Al comenzar estas actividades ya existían catálogos emitidos por el Archivo General del Poder Ejecutivo del Estado de Oaxaca (AGEPEO), antecedente inmediato del Archivo General del Estado de Oaxaca (AGEO), al cual pertenece la Dirección del Archivo Histórico.

Sin embargo, al cotejar los expedientes con los catálogos fueron notorias las inconsistencias, esto debido a que los documentos no fueron organizados con criterios archivísticos. Una de las inconsistencias más destacadas fue la separación de expedientes en diferentes fondos, lo que obligó a corroborar si los documentos que se iban describiendo y catalogando eran parte de expedientes incompletos. De esta forma se identificaron y localizaron 1300 documentos, de casi 5000 que habían sido catalogados, que se encontraban separados de su expediente original.

Cuando comenzó la elaboración de los nuevos catálogos en el AGEO, aún no se habían establecido criterios descriptivos. Sin embargo, el contacto cotidiano entre el personal responsable de la catalogación y los expedientes les permitió identificar atributos fundamentales, como la data crónica y tópica, el tipo de proceso administrativo y a las autoridades responsables de su gestión, así como elementos poco comunes que requerían ser registrados, entre ellos mapas, ilustraciones, Reales Provisiones, sellos de órdenes religiosas y documentos en lenguas de origen mesoamericano, específicamente de la familia otomangue.

Los documentos escritos en zapoteco, mixteco y náhuatl que se conservan en el Archivo Histórico del Estado de Oaxaca son —en su mayoría— testamentos y escrituras de venta, o donación de tierras, que fueron presentados como pruebas en juicios posesorios de los siglos XVII y XVIII. La separación archivística de estos documentos, basada en los cinco cuadros clasificatorios (Gobierno, Hacienda, Justicia, Milicia y Registro Civil) utilizados en el archivo histórico, los coloca dentro del Fondo Justicia, Sección Civil, Serie Propiedad y Posesión.

En menor medida, los documentos escritos en lenguas mesoamericanas fueron utilizados en otro tipo de procesos, gestionados por los mismos hablantes. Entre ellos se encuentra un expediente formado para la rescisión de un contrato de venta de una casa y solar, la solicitud de Gonzalo Contoy, cacique de Cacalotepec, para que se le autorizara vender unas tierras; una querella entre los pueblos de San Miguel Metepec y Santa María Ocotepec por el pago de una deuda, y un expediente de composición de tierras de Santa María Coixtepec. Estos expedientes forman parte del Fondo Gobierno, Sección Tierras y del Fondo Justicia, Sección Civil.

Un documento excepcional, escrito en una lengua mesoamericana, podría ser un cuadernillo de doctrina cristiana. Gracias a la orientación del Dr. Michel Oudijk fue posible determinar que la lengua del documento es el zapoteco. Aunque no está fechado ni ubicado espacialmente, y tampoco contiene evidencia que permita identificar a su autor, por el formato de su escritura es posible afirmar que su elaboración corrió a cargo de un religioso. De aquí que su clasificación sea la siguiente: Fondo Gobierno, Sección Secretaría del Despacho, Serie Asuntos religiosos, Subserie Órdenes religiosas.

Es importante mencionar que la identificación de las lenguas mesoamericanas en las que se encuentran los documentos conservados en el Archivo Histórico de Oaxaca —a excepción de la cartilla mencionada— se realizó atendiendo a lo que indican los mismos expedientes, en los que se manifiesta la lengua en que están escritas las pruebas presentadas, ya fuera por parte del intérprete, la autoridad responsable, o por los mismos tramitantes.

En el año 2020, este trabajo de identificación y descripción realizado por el AGEO facilitó el trabajo colaborativo entre esta institución y la Biblioteca de Investigación Juan de Córdova, para que en el marco del proyecto Filología de las Lenguas Otomangues y Vecinas (FILOV) se identificaran 51 textos escritos en zapoteco, mixteco y náhuatl, que fueron digitalizados y catalogados para formar parte de un repositorio filológico mesoamericano (proyecto digital desarrollado por la BIJC y el Instituto de Investigaciones Filológicas-UNAM) con el objetivo de poner a disposición del público textos virreinales escritos en lenguas mesoamericanas.