Traslado de cartillas y materiales de alfabetización en lenguas indígenas

Traslado de cartillas y materiales de alfabetización en lenguas indígenas

Sebastián van Doesburg (UNAM/BIJC)

Boletín FAHHO Digital No. 1 (Sep-Oct 2020)



En el Boletín número 24, correspondiente a mayo-junio de 2018, se escribió sobre la producción de cartillas y otros materiales para la alfabetización en lenguas indígenas, durante buena parte del siglo XX, por parte del Instituto Lingüístico de Verano (ILV), institución religiosa fundada en 1936 y dedicada a la lectoescritura en lenguas indígenas, con el objetivo de divulgar las sagradas escrituras en todos los pueblos del mundo. De 1951 a 1979, esta producción se dio en el marco de una colaboración formal con el gobierno de México, el cual estaba interesado, por otras razones, en la pronta alfabetización de la población indígena de México. A lo largo de su existencia, los lingüistas del ILV produjeron una asombrosa cantidad de pequeños libros donde tocaron todo tipo de temas, desde vocabularios básicos ilustrados hasta explicaciones de microbios y los viajes a la luna, en casi todas las lenguas nacionales de México.

La Biblioteca Juan de Córdova tiene una importante colección, que consta de 1300 cartillas de alfabetización del ILV, de las cuales, unas 570 son del periodo de la colaboración formal con la SEP. Muchas de estas cartillas son peculiares o extremadamente raras, porque fueron impresas en tirajes pequeños y distribuidas en las comunidades, donde perecieron con el tiempo. Independientemente de las cuestionadas metas del ILV, o de la efectividad de su método, el conjunto de sus publicaciones representa el proyecto más ambicioso que se haya concebido para introducir la escritura en las lenguas locales en las comunidades. Creemos que, hoy en día, poseer esta colección en Oaxaca, el estado con mayor diversidad lingüística y mayor población hablante de todo el país, tiene mucho sentido. Una buena parte de los usuarios de la Biblioteca son hablantes de alguna de las lenguas de Oaxaca.

Cuando, en 2011, la Fundación Alfredo Harp Helú compró la casa y la biblioteca del abogado, literato y filatelista José Lorenzo Cossío y Cosío (1902-1975), ubicada en Coyoacán, Ciudad de México, se encontró, entre las colecciones, con un importante número de cartillas y materiales para la alfabetización. En total, se identificaron 541 publicaciones que complementan la colección en Oaxaca. Lo interesante es que las piezas provenientes de México son, sobre todo, de las primeras décadas del trabajo del ILV, o sea, entre 1940 y 1950, completando el material más tardío en Oaxaca. Hasta la fecha no queda claro cómo y por qué José Lorenzo Cossío y Cosío coleccionó estos pequeños y frágiles cuadernillos con tanto cuidado.

Cuando en el mismo año de 2011 se abrió la Biblioteca de Investigación Juan de Córdova, en el exconvento de San Pablo, surgió la propuesta de incorporar la colección de cartillas recién encontradas al acervo en Oaxaca y conformar la colección más completa de cartillas y materiales para la alfabetización en México. Para nuestra biblioteca, esta compilación es la contraparte de una riquísima colección de 133 impresos y manuscritos en lenguas indígenas de México, que datan de la época virreinal y el siglo XIX. Juntas, conforman un reflejo y una memoria del papel de la escritura en lenguas indígenas en las complejas relaciones entre los pueblos indígenas y el Estado novohispano, decimonónico y posrevolucionario.

Sin embargo, en los años siguientes, ambas bibliotecas atendieron sus propias dinámicas y no fue sino hasta este 2020 que se decidió hacer el traslado de las piezas de la Ciudad de México a Oaxaca. En febrero, se trasladaron a Oaxaca los primeros 100 ejemplares y, a finales de junio, se trasladaron los 441 faltantes. Aunque las puertas de la Biblioteca de Investigación Juan de Córdova están cerradas mientras dura la pandemia, se ha iniciado el trabajo de integrar las fichas del inventario al catálogo de la Biblioteca, con miras a futuros eventos y acciones que difundan esta excepcional colección entre el público. Desde la Biblioteca agradecemos a las personas de ADABI de México que hicieron posible esta expansión de la Colección de Cartillas y Materiales de Alfabetización en Lenguas Indígenas en Oaxaca.

El Baúl: las colecciones de la FAHHO / FAHHO

El Baúl: las colecciones de la FAHHO / FAHH

Autor: Sebastián van Doesburg (UNAM /BIJC).

Boletín FAHHO Digital No. 20 (Nov 2022)



 

Los distintos pueblos que hoy habitan el territorio del estado de Oaxaca son portadores de una asombrosa diversidad cultural. Miles de años de convivencia con una geografía accidentada y una flora y fauna variada obligó a las primeras comunidades a adecuarse y especializarse, aunque siempre apoyadas por un intenso intercambio de ideas y objetos con otros, a veces con distancias sorprendentemente largas. El resultado de esta extensa trayectoria es un abanico de expresiones y conocimientos culturales vivos y la existencia de un patrimonio arqueológico e histórico de gran importancia que documenta su devenir. En muchos aspectos, este patrimonio destaca por ser muy particular y característico de su espacio, de acuerdo con las experiencias vividas en estas tierras, rasgo que lo hace especialmente valioso en el contexto nacional e incluso mundial. Desde las ciudades y sociedades complejas prehispánicas, pasando por los dramáticos años de la colonización española y el inicio de una convivencia forzada y complicada con sus representantes, profundos procesos de adaptación y adecuación resultaron en la actual situación donde a veces parecen coexistir en Oaxaca dos mundos distintos, y, a su vez, profundamente interdependientes y entreverados: las culturas de la ciudad y sus satélites y las culturas de las numerosas comunidades indígenas. Sin embargo, entre estas dos no hay un vacío, sino un espacio de transición donde se tejen mil conexiones que son constantemente negociadas. Numerosos testimonios culturales, tanto del pasado como del presente, dan cuenta de las complejas relaciones entre estos dos mundos, relaciones tan entretejidas que ni siquiera tendrá sentido esbozarlas en el corto espacio de este texto introductorio. Por cierto, tal complejidad social —que puede expresarse en seguida por medio de episodios de violencia— es a la vez tierra fértil para el arte y la invención o innovación constante, por lo que Oaxaca es, al mismo tiempo, un caldo de cultivo para numerosos experimentos y experiencias sociales y culturales. Al crearse la Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca hace más de veinte años, este panorama constituyó el telón de fondo y la condición natural para buscar en qué aportar a las comunidades y colectivos para la protección de su patrimonio y medio ambiente, la revalorización de sus culturas y la mejora de la vida y la educación en general a partir de distintos puntos de vista. Desde un inicio, la FAHHO concentró su trabajo en ocho campos de acción: educación, cultura y conservación del patrimonio, salud, asistencia social, medio ambiente, apoyo en desastres naturales, deporte y proyectos productivos. Sin embargo, dentro de este panorama, son los proyectos de cultura, conservación del patrimonio y medio ambiente donde decidió operar los propios en el seno de la Fundación.

Aun así, el terreno cubierto es amplio y diverso. Por ejemplo, a lo largo de su existencia, la FAHHO ha creado y abierto al público varios acervos culturales importantes que representan los intereses de sus fundadores y colaboradores más comprometidos. Podemos reconocer temas como el arte textil, que en Oaxaca ha llegado a grandes alturas de las manos de tejedores de las comunidades indígenas; la filatelia y numismática, parte del clásico coleccionismo; los archivos históricos, fuentes indispensables para conocer la trayectoria de las culturas de Oaxaca y, por supuesto, las bibliotecas especializadas de todo tipo: para niños, para investigadores del pasado y de la diversidad cultural de Oaxaca, y para literatos o amantes de la lectura. Al mismo tiempo, se ha buscado aportar a la conservación y restauración del patrimonio arquitectónico edificado, artístico y documental de Oaxaca, colaborando con instituciones como el INAH, el municipio, con instancias internacionales o de manera individual. Por supuesto, este ramo de la Fundación, iniciado en 1994, tuvo su origen con la participación de Alfredo Harp Helú en la restauración del exconvento de Santo Domingo —en ese momento por medio de Fomento Social BANAMEX— y la Capilla Abierta de Teposcolula por cuenta propia; la formación de Apoyo al Desarrollo de Archivos y Bibliotecas de México (ADABI) en 2003 y la fundación de la Casa de la Ciudad y el Taller de Restauración en 2004.

Además de lo anterior, son de interés las expresiones actuales y la innovación que surgen de la creatividad de las y los oaxaqueños inspirados en su vasto legado cultural e histórico. En este sentido, las colecciones no son concebidas solo desde la perspectiva de la conservación, sino, sobre todo, para servir de inspiración y fuente de información. Esta mirada a la actualidad y al futuro permea muchos de los proyectos de la Fundación. Con el crecimiento de las colecciones vinieron las reflexiones sobre su accesibilidad y la necesidad de adoptar las nuevas tecnologías que se insertaban en la vida de las personas en todo el mundo para ofrecer un nuevo acceso. Cuando en 2012 se inauguró la Biblioteca de Investigación Juan de Córdova (BIJC), se propuso trabajar el tema de manera sistemática. Desde el inicio, la filosofía era trabajar con aplicaciones de código abierto y minimizar la dependencia de las grandes empresas de la gestión bibliográfica y de colecciones. La idea era diseñar un sistema hecho a la medida que pudiera servir no solo para las necesidades de la Fundación, sino también para las de otras instituciones culturales de Oaxaca que no disponen de los fondos para pagar los servicios profesionales de las empresas. Un sistema creado así no solo significa que lo puede gestionar y manipular el personal local capacitado, sino también permite adaptarlo a diferentes situaciones y tamaños.

El primer grupo de trabajo que se formó para explorar este camino se constituyó por personal de la bijc, del Museo de Filatelia y de la Biblioteca Francisco de Burgoa perteneciente a la uabjo, pero aliado histórico de la fahho. Posteriormente, otras filiales se unieron a la iniciativa. Ya que la catalogación es un proceso lento y la integración de un portal debe tomar en cuenta las características distintas de las colecciones e instituciones que las resguardan, la primera etapa fue más bien un trabajo casi invisible; sin embargo, puso las bases para lo que sería el portal de la fahho en línea que ahora se presenta. Además, la inercia de los proyectos y actividades diarias no nos pemitían trabajar de lleno en un portal, y aún no sentíamos la urgencia de contar con presencia en línea. Suficiente trabajo había al atender las necesidades de servicio y conservación a diario. No obstante, esto iba a cambiar muy pronto. La aparición de la actual pandemia por el sars-cov-2 en diciembre de 2019 hizo evidente la urgencia de tener los catálogos y acervos accesibles en línea. El cierre de las bibliotecas y museos significó un golpe para la Fundación, cuya labor no es otra que la de compartir sus acervos y los de otras personas e instituciones con el público de Oaxaca, en forma de bibliotecas, archivos, exposiciones, eventos y conciertos, sea para la población local o para los visitantes. En consecuencia, se decidió usar el tiempo de la pandemia para trabajar aceleradamente en la catalogación y digitalización de las colecciones y conformar el portal de acceso a las colecciones llamado Baúl fahho. Su logo está inspirado en el machimbrado “en cola (escalonada) de milano”, tan típico de los antiguos arcones de Choapan de los que la bijc resguarda varios. Al mismo tiempo, se diseñó el nuevo sitio web de la Fundación que sirve como una presentación de la misma y en la que encontramos información sobre los objetivos, la misión y la visión, pero también sobre el equipo y las distintas iniciativas que la conforman, de las cuales, varias mantienen sus propios sitios web. Ahora, por primera vez, la fahho se presenta en línea con un portal integrado, de manera conjunta y articulada, que explica qué es lo que hace, cómo y dónde, además de dar acceso a los distintos acervos. Dentro de ello estamos contemplando también la memoria institucional. A más de veinte años de haberse establecido la Fundación, estamos en un buen momento para mirar atrás y contemplar el amplio panorama de acciones y proyectos y todos los productos que de ahí surgen, como libros, revistas, exposiciones, grabaciones, fotografías, informes y memorias. Parte de este pasado está incorporado, pero aún le falta mucho. Esperamos que con el tiempo la plataforma pueda convertirse en bitácora y memoria de las actividades, exposiciones y publicaciones de la Fundación, desde su creación hasta la actualidad, como un complemento del Fondo fahho, una colección de la bijc que reúne todo lo que se ha podido agrupar de libros, revistas, folletos y otros formatos publicados por la Fundación en las últimas dos décadas. Por cierto, debemos reconocer que el portal no es un trabajo terminado y que no todo está catalogado (aunque sí inventariado), sino solo una primera etapa de un proceso que tendrá que actualizarse y complementarse constantemente. Actualmente, se cuenta con 44314 títulos catalogados y 5345 objetos digitales en línea. En los meses y años por venir, los equipos de la fahho seguiremos añadiendo y corrigiendo para asegurar que cada vez más información sea localizada de manera digital. En este sentido, es importante resaltar que la plataforma es el producto de un esfuerzo compartido que necesitará de la continua atención de todos para hacerla crecer. ¡Muchas gracias a quienes han participado en este gran proyecto!

Acervo fotográfico de Irmgard Weitlaner en el Repositorio Digital FAHHO

Acervo fotográfico de Irmgard Weitlaner en el Repositorio Digital FAHHO

Autor: Roxana García (BIJC).

Boletín FAHHO Digital No. 20 (Nov 2022)



 

Ha sido todo un viaje y un placer el conocer cada una de las fotografías que la maestra Irmgard Weitlaner Johnson tomó durante sus viajes a diferentes pueblos originarios de México y de los países colindantes del Sur. En ellas no solo he visto textiles y sus diversas formas de elaboración, también he conocido paisajes, montañas, ríos, formas de organización social y personas que habitan esos lugares. Dada esta coincidencia, a continuación hablaré de la colección fotográfica de la maestra Irmgard Weitlaner, acervo que catalogué en tiempo pandémico, desde noviembre de 2020 hasta principios de este año. Para mostrar un poco sobre su vida debo decir que la maestra Irmgard (1914-2011) fue hija del antropólogo y lingüista austriaco Roberto Weitlaner, de quien heredó el gusto por conocer pueblos originarios de América. Sus primeras expediciones fueron en la zona chinanteca y mazateca de Oaxaca. En sus fotografías se puede observar que el trayecto lo realizó en su mayoría en animales de carga, atravesando ríos o puentes colgantes, y solo alguna vez en tren o avioneta. Dedicó su vida al estudio de las tradiciones textiles de México y Mesoamérica y en años posteriores tuvo una escuela de jóvenes aprendices de esta tradición. En varias de las fotografías aparecen quienes fueron sus compañeros de viaje: Jean Bassett Johnson, Bernard Bevan, Guy Stresser-Péan, Bodil Christensen, entre otros.

Estos investigadores publicaron diversas obras con temas antropológicos, etnográficos y de textiles que surgieron de su atenta observación en estos recorridos, tales como The Mazatec Calendar (1946) de Robert e Irmgard Weitlaner, Brujerías y Papel Precolombino (1971) de Bodil Christensen, y Los chinantecos y su hábitat (1987) de Bernard Bevan. 

Algunas de las escenas e imágenes que han llamado mi atención muestran la pulcra vestimenta de las mujeres en una procesión religiosa de Puebla, adornadas con abundantes tlacoyales que forman un rodete en la cabeza y rematado con un paño de gasa; los coloridos y floreados huipiles mazatecos acompañados de un enredo blancoazul de telar; los geométricos y brocados huipiles chinantecos que abundan en rojo; los elegantes posahuancos mixtecos teñidos con caracol o añil; la gran variedad de fajas labradas en diferentes estilos y figuras; los quechquemitl de tan geométrica y complicada elaboración, así como la singularidad y arte de cada malacate o aguja para la creación de innumerables textiles. El acervo fotográfico Irmgard Weitlaner contiene alrededor de 22000 imágenes en diferentes formatos (positivos, negativos, gran formato, diapositivas, fotopostales) que se resguardan en la bóveda fría de la Biblioteca de Investigación Juan de Córdova. Actualmente se ha catalogado una parte de las de “formato positivo”.

En los años venideros, la catalogación de este acervo continuará con el fin de que más personas puedan conocer las tradiciones textiles y el recorrido de Irmgard entre los años 1935-1975.

La tarea de catalogar a veces puede resultar tediosa porque implica revisar detenidamente cada fotografía y hacer una descripción objetiva de la que no escape, ni sobre nada; pero también implica documentarse, comparar y revisar bibliografía. En este caso, la información que contiene cada imagen se complementa con los diarios de campo y las notas que la maestra Irmgard tomó en cada recorrido. Aunado a ello, las fotografías están relacionadas con otras que pueden haber sido tomadas desde otro ángulo, desde otro formato o desde la cámara de alguno de los viajeros que la acompañaron. En el Baúl de la Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca, un portal para acceder a bibliotecas y a otros acervos culturales que promueve esta institución, encontraremos un repositorio digital en el que participan la Biblioteca Francisco de Burgoa, el Archivo Libanés de México, la Biblioteca de Investigación Juan de Córdova, entre muchas otras. En esta última se encuentran fotografías ya digitalizadas y catalogadas de la colección Irmgard Weitlaner, misma que se irá actualizando. Para la catalogación hemos empleado la plantilla Qualified Dublin Core a través de DSpace 6.3.

Todas las fotografías tienen una calidad media o estándar para facilitar su descarga en línea, y por supuesto, se pueden solicitar digitalizaciones de mayor resolución para fines académicos. Esperamos que este repositorio sea una herramienta para investigadores y curiosos que deseen conocer los textiles mexicanos, los lugares que Irmgard visitó, así como las costumbres de estos pueblos. Te invitamos a visitar este acervo que la BIJC y la FAHHO ponen a tu disposición.

Catalogación de la Colección fotográfica Irmgard Weitlaner Johnson Un huipil chinanteco y un huipil mazateco

Catalogación de la Colección fotográfica Irmgard Weitlaner Johnson.

Dos relatos: Un huipil chinanteco y un huipil mazateco.

Autora: Roxana García (BIJC)

Boletín FAHHO Digital No. 5 (May-Jun 2021)



 

Un huipil chinanteco

La niña miraba inquisitiva la lente que la retrataba. En su pecho estaba el centro del mundo representado en triángulos y grecas.
Era una mujer firme porque en las alturas la sobrevolaban aves de dos cabezas, que eran su protección y su castigo.
Caminaba sin temor porque serpientes y coralillos la guiaban y la acompañaban.
Se comunicaba con las aves y las flores en su lengua chinanteca, ellas le hablaban de los nombres de las cosas y de los secretos de la selva.
La niña conocía secretos que sus abuelas y las abuelas de estas sabían y escondían en las manos habilidosas que tejían huipiles.
Los seres que habitaban Quetzalapa quedaban para la posteridad en la memoria de las manos tejedoras, en un huipil, en una fotografía…

 

Niña portando huipil de Quetzalapa (1936)

Un huipil mazateco

Una mujer se para frente a un grupo de ollas que pronto irán a servir en el fogón. Intercambia palabras en mazateco con otra mujer, decide llevarse a uno de los gallos. Hace las compras y regresa a su casa por un camino largo en el bosque, cargada de cosas. Mientras avanza, de a poco, las aves que adornan su huipil empiezan a desprenderse y a abrir las alas. Las enredaderas también se van liberando y se trepan a los árboles. Las flores van cayendo en el sendero que recorre. Finalmente, sus largas trenzas empiezan a enraizar y se vuelve una con el bosque, en el suelo solo ha quedado una enagua descolorida y un huipil en blanco.

 

Mujeres con huipil de Tenango (¿1940?)

A un año de que la Biblioteca Juan de Córdova dejara de brindar servicio al público, buscó la manera de seguir compartiendo información con sus usuarios. A raíz de esto, las actividades se diversificaron, se retomaron algunas que anteriormente habían quedado pausadas y también surgieron nuevas propuestas. Tal es el caso de la creación de un inventario de materiales en lengua ayuujk (mixe) que permitirá hacer búsquedas específicas para quien se interesa en dicho idioma; próximamente también habrá uno para la lengua mixteca. Aunado a esto, también se tradujo el reglamento general de la BIJC a la lengua ayuujk, disponible en la página oficial, útil para el público que desea conocer mejor el funcionamiento de este espacio.

Continuamos con la catalogación de la Colección fotográfica Irmgard Weitlaner Johnson, alojada en el Repositorio Digital de la BIJC. Esta colección, especializada en textiles, alberga más de 26000 fotografías estabilizadas y otras más que esperan este proceso para estar totalmente catalogadas. Es una labor que implica no solo poner la información que está a la vista, sino relacionar las fotografías y hacer un poco de investigación, pues el trabajo de la maestra Irmgard es muy extenso y abarca diferentes años y viajes. Ejemplo de su registro son las fotografías citadas al inicio de este artículo —y que en esta ocasión me inspiraron a una reflexión imaginaria más personal—, pertenecientes a la región Mazateca y de la Chinantla en la década de 1930, que próximamente estarán disponibles en el repositorio con sus fichas informativas. Este proyecto tiene el objetivo de difundir los diferentes textiles existentes, o que existieron, en México y otros lugares, como patrimonio cultural, pero también como una evidencia para los pueblos mismos que buscan conocer su historia y posiblemente recuperar los textiles que han quedado en desuso. Por lo pronto, aunque como hormiguita, el trabajo sigue. Anima saber que en un futuro cercano más personas podrán consultar las fotografías y conocer su contexto. Aquí, a puerta cerrada, se están gestando grandes cosas.

Colección Fotográfica Irmgard Weitlaner: la tradición del tocado en Cuetzalan, Puebla

Colección Fotográfica Irmgard Weitlaner: la tradición del tocado en Cuetzalan, Puebla

Autora: Roxana García (BIJC)

Boletín FAHHO Digital No. 6 (Jul-Ago 2021)



El trabajo realizado en la BIJC durante la pandemia permite apreciar —al margen del trabajo de catalogación—el contenido mismo de las colecciones; por tal motivo es imposible no detenerse en las fotos y documentos que pasan por nuestras manos. En el siguiente escrito daré un ejemplo de lo que llamó mi atención entre las miles de fotografías tomadas por la maestra Irmgard Weitlaner (1914-2011) durante sus diferentes viajes, esperando que también despierte la curiosidad del lector.

Durante 1930 existió una importante prenda femenina de uso cotidiano, conocida como tocado o sinta, en la Sierra Norte de Puebla, particularmente en Cuetzalan, una pequeña comunidad que se oculta entre la neblina, cerca de las tierras bajas veracruzanas. Anteriormente, era común que niñas, mujeres adultas o ancianas salieran a cortar café con la sinta anudada a la cabeza, pero desde 1960 su uso disminuyó y actualmente es empleado solo para eventos festivos o alguna ceremonia.

Dicha prenda ha recibido varios nombres, tales como sinta o masehual sinta (adaptado al español), pero en náhuatl se le conoce como mastauat (maxtahuatl);1 además de otros nombres como tlacoyal, rodete, copete, tocado, turbante o cordones. La sinta, además de adornar a la mujer, también señala su lugar de nacimiento y residencia.

Fondo Fotográfico Irmgard Weitlaner Johnson: Positivos, caja 10, RE: 059. Nahuat. Oct. 1963. Cuetzalan, Puebla.

En la actualidad, el maxtahuatl puede medir hasta siete metros de largo —aunque anteriormente era de seis metros— y se emplean de 22 a 25 cintas o cordones de lana de borrego teñida, con un grosor de dos centímetros. En 1939 se usaban cintas de color verde o morado. Un modo sencillo de explicar su colocación es el siguiente: el cabello se divide a la mitad, como si se fueran a hacer dos coletas, una a cada lado de la cabeza, luego se colocan los cordones en la nuca y se empiezan a enrollar con el cabello para ir levantando el rodete. Por su tamaño y peso, este tipo de tocado puede ser un reto para la mujer que lo porta, ya que implica mantener el equilibrio y saber coordinarse al caminar.

Arriba podemos ver a una mujer nahua sentada en el suelo y empleando sus pies para sostener y coordinar las cintas que va a colocar detrás de su nuca, y que empieza a enrollar con su cabello para formar un gran rodete. Finalmente es asistida por una mujer de edad avanzada que da los toques finales. Para rematar, inserta un quechquémitl de gasa encima o dentro del tocado2 que sirve, o servía, para proteger el color de los cordones.

Fondo Fotográfico Irmgard Weitlaner Johnson: Positivos, caja 10, RE: 059. Nahuat. Oct. 1963. Cuetzalan, Puebla.

Los múltiples registros históricos que se resguardan en la BIJC son un testimonio de la inagotable creatividad y diversidad de las culturas de México. Desde la biblioteca lo celebramos y deseamos la pronta reapertura de este espacio para compartir con nuestro querido público las diversas colecciones.

Notas al pie
 

Materiales e iniciativas para el estudio de la Sierra Juárez

Materiales e iniciativas para el estudio de la Sierra Juárez

Autor: Demián Ortíz (BIJC)

Boletín FAHHO No. 36 (May-Jun 2020)



La Sierra Juárez se ubica en el centro-norte del estado de Oaxaca, muy próxima a la ciudad capital. Su montañoso territorio, atravesado por el río Grande, se corresponde con los 26 municipios que conforman el distrito de Ixtlán de Juárez. A esta interesante región le dedicamos la más reciente exposición de la BIJC que reúne materiales de nuestro acervo y presenta investigaciones recientes, así como fotografías y documentos históricos.

Se estima que la Sierra Juárez comenzó a poblarse alrededor del año 300 antes de Cristo por zapotecos de los Valles Centrales. La exposición presenta información y publicaciones de uno de los asentamientos prehispánicos más grandes e importantes, ubicado en las actuales poblaciones de Ixtepeji y Nexicho. La muestra exhibe también fotografías y estudios acerca del Lienzo de San Miguel Tiltepec, un ejemplo de los documentos elaborados por las comunidades durante el periodo Virreinal.

Las comunidades y habitantes de la Sierra tuvieron una participación muy importante en las transformaciones políticas y sociales del estado durante el siglo XIX y principios del XX. El ejemplo más claro, pero no el único, es Benito Juárez. Batallones y líderes serranos participaron en las grandes luchas y procesos de la época, acerca de ello también presentamos documentos y publicaciones.

El paisaje de altas montañas y profundas cañadas de la Sierra Juárez aloja diversos ecosistemas y le convierten en una de las zonas de mayor biodiversidad del planeta, con abundantes recursos naturales. Presentamos un libro sobre plantas medicinales y alimenticias en la Chinantla Alta, un estudio sobre los hongos comestibles de Ixtepeji y una investigación sobre la minería en Natividad.

El distrito de Ixtlán se caracteriza por una importante diversidad lingüística. En tres municipios de su zona norte se habla chinanteco de la zona alta; en su zona oriental se habla el zapoteco variante xidza o del rincón, en Santiago Laxopa se habla zapoteco xhon y en el resto del territorio se habla o se habló el zapoteco lhej o serrano. La BIJC aloja diccionarios, cartillas, materiales educativos y obras traducidas o escritas en estas lenguas y variantes, de las que también presentamos una selección. Las características e historia de la región en su conjunto, o de alguna de las comunidades y municipios que la conforman, son tema de varias monografías que también hemos incluido.

La “cereza del pastel” es un mapa del territorio de Ixtlán de reciente adquisición, elaborado por el ingeniero alemán Enrique Schleyer en 1870. Este enorme documento (mide más de tres metros y medio de largo) consigna, entre otros aspectos interesantes, los nombres en zapoteco de las mojoneras que marcaban en ese entonces los límites del territorio ixtlense. Un recuadro indica que Schleyer fue comisionado por Fidencio Hernández, general serrano que años después apoyaría el ascenso al poder de Porfirio Díaz, levantándose en armas con el Plan de Tuxtepec.

Los materiales reunidos en esta exposición muestran una visión de conjunto de la Sierra Juárez que presentaremos en cuanto pase la contingencia. Posteriormente, regresarán a su lugar en los estantes de la biblioteca y podrán ser consultados por cualquier persona interesada en esta apasionante región.

El exconvento de San Pablo y la Biblioteca de Investigación Juan de Córdova: Sumando historia a la historia

El exconvento de San Pablo y la Biblioteca de Investigación Juan de Córdova: Sumando historia a la historia

Equipo de la BIJC

Boletín FAHHO Digital No. 3 (Ene-Feb 2021)



Detrás de la mole del magnífico teatro que hoy honra al compositor oaxaqueño Macedonio Alcalá se esconde una joya histórica de Oaxaca. Terminados los grandes muros del teatro, de repente se rompe la casi implacable regularidad de la traza hipodámica de la vieja Antequera y un callejón escondido da acceso a un espacio abierto al interior de la manzana. Grandes rejas de varillas de hierro entretejidas al rojo vivo, diseñadas por el maestro Francisco Toledo, recordado hoy por su inmenso amor a Oaxaca, sugieren que estamos entrando a un espacio demarcado y especial. Un piso enladrillado, intercalado con pasto verde, en combinación con los muros de cantera de una antigua iglesia del siglo XVII, hablan de un espacio antiguo, un lugar con mucha historia. De hecho, fue en este lugar donde los dominicos establecieron su primera sede en Oaxaca en el año de 1528. En aquel entonces no fue nada imponente. Testigos en una residencia de pocos años después declararon que había solamente un muro de adobe que rodeaba tres manzanas de la ciudad1 y una sencilla construcción de adobe en su interior, todo levantado por los pueblos originarios que estaban asentados alrededor de la nueva villa española. Esta primera iglesia y casa, con el nombre de Santo Domingo, probablemente ya tenía una capilla abierta con la advocación de San Pablo, reservada para la población indígena de los Valles Centrales.

Pero desde esta humilde fundación, la orden de predicadores proyectó con el paso de los años su dominante presencia por todo el sur de Mesoamérica, tan lejos como San Salvador y Honduras, con la excepción de la península de Yucatán donde predominaron los franciscanos. Ya a mediados del siglo XVI, la orden vio necesario solicitar el permiso a la cuidad de Antequera para hacerse de un nuevo espacio, dos veces mayor al primero, en la orilla norte de la ciudad, para una nueva sede. Desde el temprano siglo XVII, cuando los frailes habitaron esta sede, la primera quedó en la sombra y, en varias ocasiones, en ruinas. Por lo mismo, el mantenimiento y las reconstrucciones necesarias generaron problemas constantes que los frailes resolvieron vendiendo las esquinas del atrio y la mayor parte de la huerta para la construcción de casas; por ejemplo, la que es ahora el Museo Textil de Oaxaca, en cuya principal sala de exhibición aún podemos ver cómo colinda con el muro exterior de la Capilla del Rosario del convento. Debido a este proceder, el convento terminó encerrado al interior de la manzana, con solo unos callejones como accesos. Reconstruido varias veces a raíz de los frecuentes temblores, finalmente fue nacionalizado en 1860 y poco después, junto con el convento de San Agustín, vendido a particulares para crear un fondo con el cual pagar a los profesores del Instituto de Ciencias y Artes del Estado. Es por esta razón que ambos conventos son propiedad particular desde hace más de siglo y medio. En 1862 se abrió la calle de Fiallo, demoliendo una casa al lado del actual Museo Textil, más el ábside y la sacristía de San Pablo, y se cerraron los callejones de acceso, por lo que el antiguo edificio comenzó a desaparecer en la masa construida de la manzana.

Entre 2005 y 2011, en un proceso sumamente complejo que involucró a arqueólogos, historiadores, restauradores, arquitectos e ingenieros, la Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca recuperó la mayor parte del antiguo complejo, juntando, poco a poco, las distintas propiedades que la constituían. Solo la nave de la iglesia quedó fuera del proyecto, ya que actualmente sigue siendo una casa habitada. Los trabajos arqueológicos cambiaron por completo lo que sabíamos de la historia de Oaxaca anterior a la ocupación mexica. Entierros, cerámica y muros de las fases anteriores, y de los inicios de Monte Albán revelaron que aquí existió, desde hace 2,800 años, un pequeño asentamiento de los ancestros de los actuales zapotecos. Sin embargo, el sitio parece haber sido abandonado en la etapa de Monte Albán I (antes de 100 a.C.).

En 2008 se abrió el Museo Textil de Oaxaca, en la llamada Casa Antelo y, en 2011, se abrió el complejo conventual recuperado, este útlimo como la nueva sede de la Fundación, integrando diversas funciones culturales en sus espacios. Desde el día de su apertura se ha posicionado como un hito cultural y una atracción turística en el centro de Oaxaca, donde propios y extraños buscan un momento de distracción con un café, descubren la historia del antiguo edificio y, con ella, la de la ciudad, se reúnen para enseñar, aprender y reflexionar, o acuden a disfrutar de alguna de las actividades constantes.

El convento y su iglesia no estaban destinados al servicio de la población española, sino a la conversión de la población indígena alrededor de la ciudad. Por lo mismo, en la capilla de San Pablo se predicaba en mixteco, zapoteco y en náhuatl, y desde aquí los dominicos coordinaron sus importantes estudios sobre estas lenguas indígenas de Oaxaca. A la vez, el convento incluyó lo que probablemente fue la primera biblioteca de Oaxaca. Hoy, algunos de los libros de esta biblioteca se conservan y están incorporados al acervo de la Biblioteca Francisco de Burgoa de la UABJO, y se les reconoce por la marca de fuego de San Pablo en su canto.(2) Actualmente, no sabemos dónde estaban precisamente estos libros en el exconvento de San Pablo, pero la historia del antiguo convento y su biblioteca fue una inspiración para crear, en el edificio restaurado, una biblioteca moderna dedicada a la historia cultural y a las lenguas de los pueblos de Oaxaca: la Biblioteca de Investigación Juan de Córdova de la FAHHO. Este repositorio de información sobre Oaxaca abrió sus puertas en agosto de 2012. En los ocho años de su existencia la biblioteca ha recibido a un poco más de ochenta mil usuarios.

A pesar de su escenario histórico, es una biblioteca del siglo XXI que combina entornos físicos y virtuales. Al ampliarse lo físico con lo digital, la biblioteca se vuelve un repositorio de información que sirve a diversos públicos en Oaxaca y alrededor del mundo. Es un espacio acogedor y multicultural, coordinado por bibliotecarios profesionales y multilingües (hablantes de español, mazateco, mixe, triqui, inglés, entre otros) que ayudan a orientar a los usuarios a encontrar la información que necesitan. En un día normal, los usuarios de la biblioteca pueden ser estudiantes universitarios que necesitan un lugar inspirador en el centro de la ciudad para estudiar, delegaciones de comunidades indígenas que buscan información sobre sus pueblos o investigadores internacionales que trabajan en colecciones especializadas.

La colección de la biblioteca tiene un fuerte enfoque hacia la historia cultural de Mesoamérica y posee importantes acervos de arqueología, historia, lingüística y antropología. Son particularmente notables sus materiales históricos sobre la ciudad y el estado de Oaxaca, sus colecciones de textos en lenguas indígenas de México (especialmente oaxaqueñas) que van desde 1555 hasta la actualidad.

El nombre de la biblioteca evoca el pasado del exconvento como un centro de estudio de las lenguas oaxaqueñas: Fray Juan de Córdova fue autor de una gramática del zapoteco del siglo XVI y de un extraordinario vocabulario de este mismo idioma, se hospedó en este convento cuando llegó por primera vez a Oaxaca y décadas después murió entre sus muros. Las distintas salas de la biblioteca llevan los nombres de otros personajes históricos que visitaron o vivieron en este convento, por ejemplo, el especialista del náhuatl en Oaxaca del siglo XVII, fray Nicolás de Rojas, el gramático del mixteco del siglo XVI, fray Antonio de los Reyes, y Luis de León Romano, el erudito italiano de mediados del siglo XVI que impulsó importantes obras públicas en la ciudad de Oaxaca, y que fue enterrado en la iglesia del convento.

Entre los manuscritos e impresos especiales encontramos las colecciones y fondos históricos sobre Oaxaca, como las de don Luis Castañeda Guzmán y don Luis Fernández del Campo, pero también los archivos de destacados investigadores como John Paddock, Emily Rabin, Irmgard Weitlaner Johnson y Thomas Smith-Stark. Entre los materiales que resguarda la biblioteca podemos encontrar fotografías de pueblos indígenas de mediados del siglo pasado tomadas por Irmgard Weitlaner Johnson, antropóloga pionera en el estudio de textiles; el pasaporte que el joven gobierno mexicano expidió en 1829 a Claudio Linati, el hombre que introdujo la litografía en México, para “voluntariamente” abandonar el país por su visión demasiado crítica. También se conserva uno de los pocos textos —el más bello— redactados en la lengua chiapaneca, hoy extinta; el reglamento de prostitución de Santa María Oaxaca alias El Marquesado, de 1907; un vocabulario de la lengua náhuatl, impreso en 1555 por Juan Pablos, el primer impresor de la Nueva España; el primer folleto del Homenaje Racial de 1932; tres hojas del famoso Códice [de] Yanhuitlán, cuyas otras hojas se conservan en el Archivo General de la Nación y en la Biblioteca José María Lafragua, de Puebla; los planos elaborados por el arquitecto Francisco Tort para la fábrica textil de San Agustín; un voluminoso sermonario de 1614 impreso en náhuatl por Cornelio Adrián César, un huérfano nacido en el sitio español de Haarlem (1574) en los Países Bajos, que ilegalmente llegó a la Nueva España en la flota del nuevo virrey de 1595 y quien se convertiría en el impresor más importante de la Nueva España a finales del siglo XVI y temprano siglo XVII. O una de las colecciones más grandes del mundo de cartillas y materiales de lectoescritura en lenguas indígenas producidos durante el siglo XX.

Siguiendo el clásico perfil de las bibliotecas de investigación, la Juan de Córdova entrelaza la información (sus colecciones) con la investigación y la cultura. Entre sus proyectos de investigación, frecuentemente llevados a cabo en cercana colaboración con comunidades tradicionales, mencionamos el estudio de los dos lienzos de Santa María Zacatepec que derivó en una gran exposición en el Centro Cultural San Pablo (2012) y, posteriormente, en la comunidad misma. La colaboración incluyó una variedad de maneras de difundir los resultados entre la población: la conformación de un grupo de teatro, una visita al Museo Nacional de Antropología y otros eventos en la comunidad.

Con la comunidad triqui de San Andrés Chicahuaxtla se creó una exposición sobre su héroe Hilarión (2014), quien vive en la memoria oral de la comunidad como un hombre legendario que luchó al lado de los triquis en los conflictos de haciendas azucareras.

La biblioteca trabajó durante varios años en el registro de las distintas tradiciones antiguas alrededor del consumo del cacao. Oaxaca es una de las regiones más ricas en este tema, con tradiciones, técnicas y gustos de gran antigüedad, pero esta diversidad de usos y recetas es poco conocida. Y para dar un último ejemplo, en colaboración con comunidades de la Mixteca Baja, se curó una gran exposición sobre el estilo ñuiñe que caracteriza a las inscripciones y ciertos objetos de la época clásica (400- 800 d.C.) de esa región. Esta exposición de 2016 surgió del estudio del legado de John Paddock, quien, en la década de 1960, fue el primero en identificar este particular estilo iconográfico. Las investigaciones de la biblioteca generan conocimientos que son continuamente transformados en exposiciones que viajan por comunidades de todo el estado.

La biblioteca también ha sido coorganizadora de grandes eventos culturales y académicos. Entre 2011 y 2015, en el mes de diciembre, se realizó la Posada del Cacao en la que mujeres y hombres de distintas comunidades viajaban a la ciudad de Oaxaca para compartir sus tradicionales bebidas de cacao con los visitantes. Las posadas incluían una calenda, música, conferencias, exposiciones y una degustación, tuvieron tal éxito, que se rebasaba el aforo del atrio de San Pablo.

En cuatro ocasiones (2012, 2014, 2016 y 2018)3 la biblioteca fue la sede del Coloquio sobre Lenguas Otomangues y Vecinas, un encuentro bianual que reúne a especialistas e interesados en las lenguas habladas en Oaxaca. Este es, por mucho, el evento más importante sobre las lenguas de Oaxaca ya que atrae a especialistas y activistas de la conservación y revitalización de las lenguas.

El COLOV es un evento académico y a la vez cultural. Las conferencias se entremezclan con exposiciones, conciertos y otros eventos en los que las lenguas de Oaxaca son el tema central.4 Es la principal ocasión en que activistas y oaxaqueños interesados pueden conocer e interactuar con investigadores de otras latitudes. La biblioteca ha organizado, junto con la Universidad de Massachusetts-Amherst, el INALI, el CIESAS y la UNAM, una serie de seis talleres para hablantes de lenguas otomangues y oaxaqueñas, tres dedicados al análisis de tono (2012-2014) y tres más dedicados a gramáticas pedagógicas (2015-2017). Estos talleres reunieron a hablantes de estos idiomas con algunos de los principales lingüistas de lenguas tonales y gramáticas pedagógicas del mundo. En 2018 la biblioteca fue coorganizadora de la sesión anual de la Sociedad Americana de Etnohistoria en Oaxaca, la segunda ocasión en que esa sociedad decide hacer su evento anual en México.

Las actividades de la biblioteca también incluyen las publicaciones. Ha participado en la edición de libros especializados y para primeros lectores de lenguas indígenas. También ha incursionado en las publicaciones digitales, de las cuales la más importante es Satnu: repositorio filológico mesoamericano que incluye cientos de textos digitalizados en zapoteco, mixteco, chocholteco y otras lenguas indígenas que se produjeron durante el Virreinato. En este proyecto participan, hasta ahora, el Archivo Histórico Judicial de Oaxaca, el Archivo General del Estado de Oaxaca y el Archivo General de la Nación. Recientemente, en colaboración con la Endless OS Foundation, la biblioteca alberga el proyecto Endless Oaxaca Multilingüe que utiliza el sistema operativo Endless basado en Linnux para ayudar a reducir la brecha digital que, lamentablemente, caracteriza a Oaxaca. Otra colaboración importante de la biblioteca se da con el Centro Profesional Indígena de Asesoría, Defensa y Traducción, A.C. (Cepiadet), asociación de abogados bilingües que defiende los derechos indígenas y lingüísticos. Entre las numerosas actividades conjuntas, destaca la publicación en línea de Ndiya, sitio dedicado a la orientación sobre el pluralismo jurídico y diversidad lingüística.

A la par de las actividades anteriores, la biblioteca busca mejorar el nivel de sus servicios mediante la contratación de personal profesional, la constante capacitación del personal, no solo de la bibiblioteca, sino de las que así lo requieran, además de la construcción de sistemas autónomos de servicios digitales. Para lograr estas funciones, fue cofundadora de la Red de Unidades de Información de Oaxaca (RUIO) en la que participan unas dieciséis bibliotecas, y se ha dedicado a construir —siempre buscando alianzas y sinergias— la plataforma de información digital de la FAHHO, basada en programas de código abierto que permitan la independencia de los sistemas.

Como dato curioso, durante los años de 1834 y 1860, el Instituto de Ciencias y Artes del Estado estuvo ubicado en el convento —todavía propiedad de los dominicos—, por lo que arriba de una de las puertas de la actual biblioteca puede leerse el rótulo “Aula de Derecho”. Sin duda, detrás de esta puerta daba sus clases el licenciado Benito Juárez, en aquellos años catedrático de Derecho Canónigo. En estos espacios se formaron los pensadores liberales que años más tarde implementarían las Leyes de Reforma, dando inicio al Estado laico moderno. El edificio de San Pablo siempre tuvo una vocación educativa y de investigación, aunque obviamente determinada por la particular matriz social en la que funcionaba. Para el siglo XXI, la Biblioteca de Investigación Juan de Córdova retoma este hilo histórico, pero esta vez desde una visión en la que los pueblos y naciones de Oaxaca son reconocidos como los actores históricos que fueron en la conformación de la actual sociedad diversa y contrastante de Oaxaca y de México.

Notas al pie

1 Originalmente, los dominicos tenían tres manzanas, su propiedad llegaba hasta la actual calle de Xicoténcatl. La última manzana, entre Melchor Ocampo y Xicoténcatl, se regresó a la ciudad cuando adquirieron las seis manzanas para su nuevo convento en la década de 1550. Hasta 1862 las dos manzanas restantes quedaron juntas, por lo que la actual calle de Fiallo topaba con una casa que existía al lado de lo que hoy es el Museo Textil de Oaxaca. Frente a la actual Proveedora Escolar había un muro que escondía la parte restante de la huerta del convento, ahora un jardincito público.
2 Esta marca de fuego dio pie al logo del Centro Cultural San Pablo.
3 En estos años la Posada del Cacao recibió un importante apoyo por parte de Chocolate Mayordomo, a cuyos dueños les agradecemos su generosidad.
4 En cada una de sus ediciones, el COLOV ha recibido importantes aportaciones de instituciones como el INALI.

El Necronomicón: la importancia del libro

El Necronomicón: la importancia del libro

Autor: Maria Luisa Bocanegra (BIJC).

Boletín FAHHO Digital No. 5 (May-Jun 2021)



Sus inmensas bibliotecas conservaban
innumerables textos y grabados que resumían
toda la historia de la Tierra

H.P. Lovecraft

Las bibliotecas contienen en sus acervos un universo que puede ser secreto, no por el hecho de no ser accesible, sino porque, en algunas ocasiones, no es visible, ya sea por no contar con catálogos o porque las colecciones no están organizadas o inventariadas. En este sentido, las obras del escritor estadounidense Howard Phillips Lovecraft transcurren entre bibliotecas, y son los libros raros –aquellos de los que se conocen pocos ejemplares–, precisamente, los más representados en su narrativa de horror.

El autor creó la historia de un libro que será el más citado, por él y otros autores de literatura fantástica, y en torno al cual se fue creando un mito en relación con su existencia verdadera, de modo que motivaría que los libreros se vieran asediados por los pedidos, así como por la búsqueda febril de los anticuarios de esa misteriosa obra nombrada Necronomicón. El libro es mencionado por primera vez en 1922 en el relato “El sabueso”, y sería el mismo autor quien, en 1927, escribiera la historia de este libro, claro, desde la ficción literaria.

La historia del Necronomicón encaja en la de los libros prohibidos, censurados y hasta de los que nunca existieron, esto es, textos a los que no tenemos acceso y que hoy forman parte de una incógnita, de un enigma. Según Lovecraft, el título real del Necronomicón es Al Azif, en árabe. Se trata de una obra escrita alrededor del 730 a. C. en Siria por un árabe, Abdul Alhazred. Poco se sabe del autor —según la historia— que en su peregrinar encontró la locura y la muerte en Damasco, donde escribió el Necronomicón, tras descubrir fabulosas ciudades y haber encontrado los secretos de una raza más antigua que la humanidad, base de la
mitología de Cthulhu.

Si la imaginación de Lovecraft no abundó en los procesos de organización de las colecciones, en algunas ocasiones sí proporcionó ciertos puntos de acceso, lo que permitió, por ejemplo, que en Argentina se produjera la broma de catalogar el célebre libro, hecho que narra Sebastián Gatti: “Una vez me contaron que Jorge Luis Borges, concibió hace muchos años la travesura o el homenaje de incorporar al fichero de la biblioteca de la Universidad de Buenos Aires la tarjeta correspondiente al Necronomicón”. Otro caso es el de Rafael Llopis, quien cita un artículo de August Derleth, The Making of a Hoax”, en el cual advierte sobre las diversas descripciones del Necronomicón y sobre el cual muchos lectores empezaron a insertar anuncios en diversas secciones y catálogos de librerías especializadas. Como ejemplo este anuncio, aparecido en el año 1962:

Alhazred, Abdul. Necronomicón. España, 1647.
Encuadernado en piel algo arañada, descolorida, por lo demás buen estado. Numerosos grabados madera símbolos y signos místicos.

Parece tratado en latín de magia ceremonial.
Ex libris. Sello en guardas indica procede de
la Universidad de Miskatonic. Mejor postor.

Según Rafael Llopis, estudioso de la obra de Lovecraft, el libro ha sido solicitado continuamente en las bibliotecas públicas. En 1960 se descubrió en el archivo de la Biblioteca General de la Universidad de California, la siguiente ficha:

BL430
A47B
Alhazred, Abdul – aprox. 738 d. C.
NECRONOMICÓN (Al Azif)
de Abdul Alhazred.
Traducida del griego por Olaus
Wormius (Olao Worm)
xiii, 760 págs., grabados madera, enc.
Tablas, tam. fol. (62 cm.)
(Toledo), 1647.

Esta tarjeta catalográfica es plausible, ya que la sección BL430 de la biblioteca está dedicada al origen de las religiones y la segunda letra, B, corresponde a un armario cerrado donde se guarda la colección especial. Acorde con lo expuesto, podemos entrever que, en la obra de Lovecraft moran algunos elementos propios del ordenamiento bibliográfico, lo que ha estimulado el sueño de la existencia de libros imaginarios en catálogos de bibliotecas y librerías.

El caso del Necronomicón es fiel reflejo de estas insinuaciones y asociaciones de ideas que sirven como catalizadores para hacer real lo irreal.

http://lluisot-necronomicon.blogspot.com/